"Oriente Medio, Oriente roto" (M. Ayestaran, 2017) erabat hautsita dagoen Ekialde Hurbiletik idatzitako kronikak
Ekialde Hurbileko (eta Magrebeko) 14 herrialdetan kokatutako 14 kronika bildu ditu Mikel Ayestaranek Oriente Medio, Oriente roto liburuan. Siria, Iran, Afganistan, Yemen, Libia... Ayestaranek bizitza erdia darama munduko eremu liskartsuenean lanean eta bere begiek bistakoaren zati txiki bat dakarkigu Península argitaletxeak 2017an argitaratutako lan honetan.
Txatal solteak dira, Xavier Aldekoak "Océano África" hartan kiribildutakoaren antzera, garai eta herrialde ezberdinetan jasotako lekukotasunak, baina guztiak batzean Ekialde Hurbilean gertatzen ari denaren ikuspegi orokorra irudikatzen lagunduko digutena.
Beharbada ikuspegi orokorrago eta sakonago bat jasotzea nahiko genuke, gosez eta egarriz lagatzen gaitu Ayestaranek, baina ez da samurra Ekialde Hurbilean azken 20-30 urteotan gertatutako guztia biltzea 220 orrialde laburretan. Hala ere, esango nuke helburu hortatik gertuago dagoela Ayestaranen hau, Aldekoaren hura baino.
Euskaraz ere badu antzeko lan bat Ayestaranek, "Ekialde Hurbila, muinak eta ertzak" (2017), Ane Irazabalekin eta Karlos Zurutuzarekin batera idatzia. Gaztelaniaz 2018ko beste bat, "Las cenizas del califato". Horiek ere kontuan hartu beharko hurrengorako.
Esan bezala, gustura irakurri dut eta ulertzeko zail egiten zitzaizkidan hainbat kontu argitzeko balio izan duten hainbat pista eman dizkit, Ekialde Hurbilean bizi duten kaosa ulertzen lagundu didatenak. 2017an idatzita egon arren, uste dut gaurkotasun osoz irakurri daitekeela, zoritxarrez egoera ez delako ia ezertxo aldatu harrezkero. Gomendagarria.
"Oriente Medio, Oriente roto", Ayestaran, 2017
Kandahar( Afganistán), 2010
Como si de una agencia de viajes se tratara, el Centro de Operaciones del Sur de Afganistán maneja cientos de solicitudes de periodistas de todo el mundo que quieren acompañar unos días a las fuerzas de la OTAN. Estados Unidos es el país que más promueve y respalda esta forma de trabajo en la que el informador se convierte en uno más dentro de las bases y sale a patrullar todos los días asumiendo los riesgos de cualquier soldado. (…). Después de nueve años de operación, el Pentágono ha resucitado la figura de Osama Bin Laden (…). Una motivación imprescindible para unos hombres a los que nueve años con los frentes afgano e iraquí abiertos están pasando una cara factura psicológica. No es la primera ocasión en que trabajo destro de unidades militares, pero ésta es la primera vez que accedo al corazón del territorio talibán con las fuerzas internacionales. Mientras que trabajar con los españoles es un dolor, porque tienen que pedir permiso para todo al Ministerio de Defensa de Madrid, con los estadounidenses el trabajo del periodista está perfectamente gestionado por el personal de comunicación dedicado a la información pública. España tiene a sus fuerzas en el oeste del país, zonas con insurgencia pero lejos de los bastiones talibanes. Los militares, a las órdenes de los políticos, se ven obligados en ocasiones a no recibir a los enviados especiales que aparecemos por allí y darnos con la puerta de la base en las narices. El Gobierno de Madrid no quiere muertos, no quiere utilizar la palabra “guerra”…; nada que ver con unos estadounidenses que desde el comienzo del conflicto saben que no pueden contar con aliados como los españoles, con tantas líneas rojas que no pueden casi ni disparar. Aquí el papel de cada país en la coalición se mide por el número de muertos, por la sangre que han derramado los ejércitos.
Jerusalén (Israel), 2017
Israelíes y palestinos libran el conflicto más longevo, pero no el de mayor intensidad. La invasión de Estados Unidos en 2003 dejó un Irak partido entre kurdos, suníes y chiíes, lo mismo que ocurre en la Siria posterior a 2011, donde se podrá reconstruir la destrucción causada por los años de guerra, pero será mucho más complicado recomponer la relación entre sectas y confesiones. Irán se ha erigido en la gran potencia en la sobra y ha extendido su influencia a Bagdad, Damasco, Beirut y Saná, siempre a través del apoyo a los grupos chiíes de cada país, una lección del imán Jomeini que los actuales dirigentes de la república islámica explotan a la perfección. Los iraníes participan en la guerra de forma indirecta: una fórmula más eficaz que el envío de tropas regulares. Arabia Saudí, el guardián de los dos lugares más santos para los musulmanes, Meca y Medina, recela del avance chií y, junto a Catar, no tiene reparo en financiar a cualquier grupo que le sirva para frenar a los iraníes, sin importar de quíen se trate o qué ideología promueva. Aparentemente, Israel permanece al margen, pero está en medio de esta guerra regional en la que se posiciona del lado saudí para formar un frente común ante los iraníes y no ha dudado a la hora de atacar objetivos en Siria, según denuncia el Gobierno de Damasco, para acabar con armas que llegan a Hizbulá, y que pueden representar una amenaza para su seguridad. Las autoridades judías ni confirman ni desmienten este tipo de ataques. “No nos gustaba lo que había, pero tampoco nos gusta lo que puede venir después de Al Asad, así que lo que más nos beneficia es que se sigan matando”, reconoció ante la prensa un alto mando militar israelí en los primeros años de la guerra de Siria. Sus deseos se han convertido en realidad. En Egipto y Túnez, las llamadas “primaveras árabes” del año 2011 no han conllevado el cambio democrático soñado y la inestabilidad crece; en Yemen y Libia ha sido aún peor, ya que esas primaveras han abierto las puertas a guerras abiertas que han destrozado ciudades enteras y los muertos se cuentan por miles. Las agendas regionales, políticas y religiosas, son las que mandan, pero Estados Unidos y Rusia toman también parte directa, lo que otorga a los conflictos una dimensión mundial que no se veía desde el final de la Guerra Fría. (…) Mientras unos y otros se acusan de haber lanzado la primera piedra, Oriente Medio se desangra, los muros crecen y todos aquellos que pueden emigran a Europa o a Estados Unidos. (...) Oriente Medio se parte en pedazos cada vez más pequeños.