Eibar (Euzko Deya aldizkarian, 1945)
Sarean aurkitu dudan dokumentu bat ekarriko dut hona. 1945ean Euzko Deya aldizkarian argitaratutako artikulua omen da eta M. Andicoechearen izenpea darama. Alberto Alonso Canok partekatu zuen Facebooken 2021eko azaroaren 30an eta harexi jaso diot. Bertsio horretan artikuluaren erdiko orrialde bat falta da (barrena).
Facebooken partekatutako dokumentu horretan dioen arren 1945eko azaroaren 20ko Euzko Deyan argitaratu zela, sarean digitalizatuta dagoen Euzko Deyaren ale horretan ez da azaltzen. Ezin dut esan, hortaz, data zuzena denik. Gainera, artikulua 1945ean argitaratu bazen ere, artikulu horretan gerra aurreko Eibar zelakoa zen gogoratzen du idazleak, kalerik kale (eta ez 1945ean zelakoa zen).
Erbestetik egindako memoria ariketa bat ote? Ea datu gehiago lortzerik dugun.
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Eibar es un pueblo de fisonomía propia. Viniendo carretera abajo de Olarreaga, nos plantamos en Isasi, a la altura donde nace el caminito que conduce a Olakua. Tenemos, a la izquierda, los solares de Torrekua en casería sólidamente edificada, el puentecito de Amaña, la vía del f.c., las canteras de piedra, el caserío Asoliartza, sobre una ladera y entre otros montes el que se eleva más, el Urko, verdaderamente espléndido.
A la derecha divisamos la bella y antiquísima casa-torre de Isasi, su parque bien poblado de árboles, los solares de Ipurúa, su caserío, el monte que empieza a empinarse casi a su puerta y el monte que conduce a Elgueta.
Frente a nosotros se eleva el sólido convento de las Monjas Franciscanas y la hermosa Escuela de Armería. No cabe pedir una primera impresión más agradable. Estamos en contacto con algo de lo nuevo y algo de lo primitivo de Eibar: las escuela de Armería de construcción moderna y la casa-torre y el convento de las Franciscanas de vieja data.
Caminamos unos 150 metros y nos situamos en medio de la casa donde vivía Casildo, el de los perros perdigueros famosos y de la casa que fuera la taberna de Kiputxa. Estamos frente a frente de Eibar. A nuestra izquierda distinguimos desde el Santo Asilo Hospital admirablemente ubicado, el edificio denominado Titanic, el Ayuntamiento, el chalet de Osoro quien fue famoso pelotari en unión con otro pelotari apodado "el obispo" de Motrico y con Vildosola el de Franchi... Contemplamos también Txaria, Mekola, el Jardín de Convalecientes y el armonioso palacio de Indianokua y, a la izquierda, en lo hondo de la barranca, corre el río Ego.
A nuestra derecha aparecen unos solares que nos llevan a Abontza. Más solares, el antiguo juego de pelota, el bello paseo que nace en el mismo, la empinada barriada de Urki, el campo y el montea a cuyo pie se hallan los talleres de Txonta. Y delante de nosotros los ojos descansan en primer término, al otro lado de la plaza, donde nace la calle Calbetón, y después en la inmensa mole de piedra de la iglesia parroquial de San Andrés.
Pasito a pasito comenzamos a bajar la cuesta de Isasi y pasamos frente a una airosa casa que durante muchísimos años fue habitada por las familias de Zamacola, de Jerónimo Txiki, de Makatxa y de Irusta. Al final de la misma hacemos alto. Allí empieza el edificio del frontón Astelena, construido en lo que (...)
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...lo-Hospital. Esta Plaza de Unzaga se comunica directamente con las calles Isasi, O'Donell, Paseo de San Andrés, Calbetón, 2 de Mayo y con los caminos de nueyes que conducen a Ubicha y Urki.
Entramos en la calle Calbetón, antigua calle llamada Untzaga. Por la derecha que es donde se levanta el Salón Teatro, la vereda es estrecha, pero por la izquierda es muy ancha y por debajo de su enlosado corre la acequia que desagua en el cumbo de Errotarixa, al costado de la Plaza Nueva. Nadie me saca de la cabeza que esta vereda fue construida con tal amplitud para que eibarresas y eibarreses pudiesen bailar a su guisa. Es que también los pasacalles que tocaba La Marcial eran como para levantar muertos.
A propósito de La Marcial, ahí va un sucedido. Tocaba en ella el cornetín un foráneo conocido por "Cornetiña", a quien el director Dn. Ildefonso Irusta le quería porque Cornetiña tocaba los solos que era un primor. El 29 de Junio de 1896, la Banda La Marcial tenía que tocar en tres ocasiones y el cornetín que andaba alzado pretendiendo mayor paga, le dijo a Irusta que si no le daban más pesetas, él no tocaba más. Irusta, que quería a su Banda como a las niñas de sus ojos, fuese a contar al alcalde lo que ocurría. Era éste Don Pedro José Mendiola, buena persona sí pero Don Pedro escuchó la exposición de Irusta y le dijo: "No sé por qué te afliges tanto. Que el cornetín no quiere tocar, pues dale a otro su instrumento y sanseacabó!"
Bajamos a la calle Calbetón y casi al llegar al nacimiento de la calle Ardantza, por la vereda de la sastrería de José Ocamica, pasamos frente a la casa donde viviera Dña. Felipa Guisasola, gran eibarresa si las hubo. Doña Felipa Guisasola, ella sola era una institución. Nacida en 1885 (sic) y huérfana de padre, con rudimentos de dibujo aprendidos en la Escuela Municipal, entró de aprendiz en un taller de damasquinado para ayudar a su madre ya ayudarse ella. A los 10 años, aunque torpemente, ya damasquinaba. En 1865, con motivo de la visita de Isabel II, Eibar organizó una Exposición y al frente de una de las vitrinas, en una mesa de trabajo del damasquinado, vio la Reina a la niña Guisasola, a quien pensionó con 1.500 ptas. anuales. Con ellas, sus conocimientos y una voluntad a toda prueba, Dña. Felipa ganaba, en 1882, el Gran Diploma de Honor de la Exposición de Madrid; galardón éste al que siguieron otros muchos de rango internacional.
Llegamos ahora al nacimiento de la calle Ardantza, una de las primeras de Eibar y que nos conduce, por entre el puente y la vía del f.c., a Aldatze, altiplano desde donde se disfruta un magnífico panorama.
Y ya estamos en la Plaza Nueva, irregular pero bonita y con tanta historia. La rodean el Casino de la Amistad, el enrejado que cierra el cumbo de los Muguruza, la soberbia casa donde vivieron los médicos eibarreses Don Vicente y Don Ciriaco Aguirre, y la pared lateral de la iglesia de San Andrés por un lado y por el otro, calle de por medio, el Café de Banaka, la confitería y Café de Guisasola y, al final, la renombrada taberna de María. En el parral de los Guisasola cantó el tenor Gayarre de vuelta de Bilbao.
Ahí empieza la empinada Txiriokalle, donde hubo un reñidero de gallos, en donde el que mejor veía era un ciego: Umaixo Itxua. En cuanto el ciego decía: ¡Emoetzak!, ya se podía jugar 100 a 1 a favor de su gallo.
Andamos en el centro de Eibar, en lo más antiguo, en lo que estuvo amurallado. He aguí Elgetakelle, Hospital zarra y Piparkalle, la que según Zuloaga tiene mucho carácter y luego Bidebarrieta, que va derechamente a Malzaga.
Bajamos con cuidado este tobogán que es Barrenkale, dejando a la izquierda la calle Araindikale, en la que el fondista M. Bueno solía albergar hasta 20 cómicos donde no cabían seis, milagro al que no he podido sacar punta. Y llegamos frente al Mercado, edificado mitad en tierra y mitad sobre el río Ego, de donde pasamos a la calle María Angela, que debió su nombre actual a Dña. María Angela Zuloaga, quien al morir, en 10 de Junio 1883, dejó un legado de 1.700 ptas., para que los voluntarios eibarreses liberales de la última carlistada las gastaran en un banquete dentro del mes del fallecimiento suyo.
Ahí, a nuestra izquierda, aparece uno de los edificios más antiguos y mejor conservados de Eibar, el de Indianokua, parte de cuyos cimientos los baña o hace como que los baña el río Ego. En este palacio intentó Galo Villar hacer retratar los gemelos para mandar a Cuba la fotografía.
Yendo hacia Ibarecruz, dejando a la izquierda Musatadi, llegamos a la casa que fuera de Don Plácido Zuloaga, padre de Don Ignacio, quien también fue una institución. Celini vasco, no osbtante no haber nacido en las Vascongadas, dio un gran impulso y elevó a la máxima categoría el arte de damarquinar. Los eibarreses dedicaron una lápida conmemorativa a su memoria, la que descubrieron el 24 de Junio 1911 en presencia de sus hijos Eusebio, Ignacio y su hermano el ceramista Don Daniel.
Caminemos por Arragueta. Aquí, a la derecha, estaba la importante fábrica de armas y bicicletas G.A.C, de donde salió a Buenos Aires, después de deambular por Francia, Irlanda y Norteamérica, uno de sus últimos dueños, el gran Eulogio Gárate. Su fundador, Manuel Gárate, inventó el revólver de tres tiros. Su hijo Crispín falleción en ella de accidente, y últimamente fue dirigida la misma en pleno tren de progreso por el malogrado Dn. Julián Gárate y su hermano Eulogio, quien tuvo la suerte de dirigir la fabricación de las primeras bicicletas construidas en la Península.
Saliendo de Arrragueta y paralelas al bonito Paseo de Urkizu, hállanse las grandes fábricas de armas y bicicletas de los Orbeas. De éstos, uno de los más progresistas y activos que conocí fue Don Miguel María Orbea, trotamundos y diplomático.
Hemos recorrido un pueblo extraordinario, Eibar, cuyo nombre es conocido y ponderado en todos los ámbitos del mundo. En la Guerra del 14 al 18, los eibarreses trabajaron sin descanso en la confección de armas para los Aliados en proporción tal que las comisiones recibidoras de ingleses y franceses se asombraban de que un pueblo tan chico trabajara tanto y tan grande.
M. Andicoechea, en Euzko Deia de Buenos Aires, el 20-11-1945.