Umeen Euskal Jaia 1965: una fiesta para el recuerdo
Cincuenta años son muchos años para recordarlos como si fuera ayer, tanto más cuando apenas se han guardado documentos que faciliten la labor de búsqueda y constatación de datos. Y no es porque no hubiera documentación. Lo cierto es que eran tiempos en los que prácticamente se escribía todo. No había móviles ni sistemas telemáticos, en la oficina de la Cultural únicamente había un teléfono fijo de mesa que se utilizaba de siete a diez de la noche, y el 90% de los contactos se hacían por correo postal, en cartas redactadas –con copia de calco sobre papel de cebolla-- en una única máquina de escribir, que lo mismo servía para recabar la participación de los grupos de danzas, que para contactar con los intérpretes de la entonces “nueva canción vasca”, o para solicitar al Gobierno Civil los permisos pertinentes, además del uso que de ella hicieran las restantes siete comisiones de Artes Plásticas, Biblioteca, Cine, Conferencias, Música, Filatelia y Teatro.
Cincuenta años más tarde, más de uno se pregunta por las razones que posibilitaron en Eibar la organización de una de las primeras –si no la primera— fiestas vascas infantiles e, incluso, a quién se debió la idea. No sabría decir si la propuesta tuvo autoría individual reconocible. Lo que sí sé es que cuando en 1963 conformamos la primera Comisión de Cultura Vasca, bajo la presidencia de Julio Sarasua, nadie parecía tener in mente semejante proyecto y que, sin embargo, apenas dos años más tarde, fue una realidad que sorprendió gratamente a todo Eibar.
Un año antes, en 1964, se había convocado en Deba la primera Fiesta Vasca (de adultos), con evidente carácter político, que terminó con tanto éxito de participación como de intervención policial. En aquel contexto, en Eibar se optó por un perfil más prudente, invitando exclusivamente a los grupos folklóricos infantiles y tratando de organizar una fiesta de ámbito familiar, sin que por ello se obviara el pretendido tono reivindicativo, como buena muestra era, ya de partida, el tricolor cartel anunciador de la fiesta, diseñado por Sagalá.
El éxito del aquel primer año fue mayúsculo. Hubo que cerrar las inscripciones porque eran más los grupos de dantzaris y txistularis dispuestos a venir a Eibar, que los que el propio pueblo era capaz de albergar. La gente se echó a la calle, salieron las primeras carrozas, y numerosos grupos de voluntarios colaboraron tanto en la propia organización como en alojar a cientos de niños de casa en casa y de sociedad en sociedad.
Pero no seríamos justos con la historia si nos olvidáramos de que la anual Fiesta Vasca Infantil que a partir de 1965 se iba a celebrar año tras año, no era más que la guinda del pastel que, en la década que va desde 1963 hasta prácticamente la muerte de Franco, la Comisión de Euskera de la Sociedad Arrate horneó en Eibar.
Aquella comisión de trabajo, en la que el más viejo apenas tenía 25 años, fue capaz de organizar las primeras clases de euskera para adultos (método de Jon Oñatibia), alfabetización (Rikardo Arregi) y de solfeo y txistu para jóvenes (Maite Aranberri y Juanito Larrinaga), reunir a los mejores bertsolaris de la época (Basarri, Uztapide, Lasarte…), convocar a los cantantes que marcarían una época (Xabier Lete, Lourdes Iriondo, Benito Lertxundi…), invitar a escritores que con el tiempo serían de primera línea (Ramón Saizarbitoria), ofrecer obras de teatro (Jarrai, Kresala…) y, quince años antes de que naciera ETB, reunir las primeras jornadas de medios de comunicación de todo Euskal Herria, con cineastas, actores, guionistas y periodistas (Luis Iriondo, Iñaki Beobide, Iñaki Eizmendi, Mikel Atxaga…) que hoy, cincuenta años más tarde, hace tiempo que disfrutan de la jubilación o no están ya entre nosotros.
Sería larguísima la relación de eibarreses que colaboraron entusiasticamente en aquella “movida” euskaltzale, que encontró cobijo en la Sociedad Cultural y Recreativa Arrate bajo el paraguas de la Iglesia. Pero no quisiera terminar este breve recordatorio sin mencionar, cuando menos, a aquellos que no han tenido la oportunidad de vivir para contarlo. Nuestro recuerdo a los miembros del grupo de trabajo de la Comisión de Cultura Vasca, Jose Mari Ormaetxea “Panpo”, José Antonio Garate y Blanquita Aginaga. A su primer presidente, Julio Sarasua. Y a quienes, sin ser miembros del grupo de trabajo diario, cubrían la función de “veteranos” asesores externos, José Luis Ugarteburu y Javier Zubiaurre, aunque en 1965 ninguno de los dos tuviera más de 35 años de edad.
EIBAR aldizkaria, 2015eko ekaineko alea