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Elogio del libro

Amatiño 2009/06/23 21:02
Así como el periodismo no vino a sustituir a la literatura, ni la fotografía a la pintura, ni la televisión al cine, tampoco Internet ha venido a sustituir al libro. Cada género o invento tienen sus propias aportaciones y limitaciones, sus ventajas e inconvenientes, sus funciones y valores. En la variación está el gusto. El arte está en saber complementar unos y otros con oportunidad y tiento. Mi amatxo Aurorita, a quien debo la enciclopedia Salvat y murió sin conocer Internet, acostumbraba a decir que “no hay libro malo”. Quizá ahora diría que “no hay soporte malo”.

EIBAR. Municipio de la provincia de Guipúzcoa (España), partido judicial de Vergara, en terreno montañoso sumamente fértil, regado por el río Deva; 11.772 habitantes. La agricultura es una de las riquezas de la villa, y se cosechan principalmente cereales, castañas, frutas y hortalizas. La industria, sobre todo armera, contaba con fábricas especializadas para una producción de alta calidad. La importancia de la industria armera había dado renombre internacional al municipio vasco, por la calidad de la producción. Contaba, antes de la guerra civil, con una escuela de armería, sostenida con fondos municipales, del Estado y de la Diputación. Gozó asimismo de justa fama, por su categoría artística, la industria de damasquinados. Desde tiempos antiguos, Eibar ha desempeñado un importante papel en las luchas españolas. En 1794 opuso una heroica resistencia a los franceses, que habían invadido la Península; en 1820 fué uno de los primeros municipios españoles que proclamaron la Constitución; en la primera guerra carlista fué sitiada por las tropas que luchaban contra Espartero, teniendo que capitular a consecuencia del descalabro sufrido por este general en Descarga. En la guerra civil que estalló en 1936 ha sufrido intensamente; atacada por las tropas nacionales, los rojos la abandonaron, incendiándola primero y destruyendo con explosivos la mayor parte de los edificios.

Esto es lo que, sobre Eibar, el lector encontrará si consulta en la enciclopedia Salvat de… 1946. Eran, sin duda, otros tiempos. La guerra había terminado en 1939, Eibar ofrecía todavía en sus edificios y calles las heridas de los bombardeos, la vida seguía y los redactores de la prestigiosa enciclopedia Salvat no tenían otra posibilidad que ofrecer una imagen políticamente correcta a los ojos de la dictadura del victorioso Generalísimo Franco.

Así pues, aunque tanto la Escuela de Armería como la propia industria armera y del damasquinado habían desaparecido con la guerra y nadie –al parecer— apostaba por su recuperación, nuestros cereales, castañas, frutas y hortalizas suponían una riqueza sin par para un municipio que había luchado contra el invasor francés y era partidario de la Constitución de 1820. No se aclaraba –ni se pretendía-- si la población era mayoritariamente carlista o liberal, y ni una mínima mención de la proclamación de la República, apenas unos años antes. Sin embargo, quedaba palmariamente claro que los malos eran los “rojos” quienes, además, habían abandonado el pueblo tras incendiarlo y destruirlo con explosivos.

Estas cosas no se encuentran en Internet. Hay jóvenes que creen que los libros no sirven ya para nada y que todo lo que uno debe saber lo puede encontrar en Google. Yo no voy a empezar a discutir sobre si los libros sirven o no para algo y, desde luego, no tengo la menor duda de que Google es un filón informativo. Pero me temo que, en el mejor de los casos, en Internet no está todo lo que uno debe saber sino quizá, en la práctica, poco más que todo lo que uno quiere saber de prisa y corriendo y en un momento determinado. Además, el libro es testigo de la época, fiel de por vida a la fecha de su edición; mientras que Internet es chaquetero e intenta adecuarse siempre al último grito.

Sí, ya sé que los libros son caros y que ocupan mucho espacio. Que la vida está muy achuchada y los pisos son pequeños. Pero no veo que ni el dinero ni el espacio sean el valor más determinante a la hora de irse de vacaciones o llenar la casa de cacharros varios. Simplemente es que hay otros valores, muy legítimos, por supuesto, pero otros.

Yo comprendo a los jóvenes cuando se preguntan cómo pueden vivir los mayores sin ordenador ni acceso a Internet. Pero, con la misma lógica, me pregunto cómo pueden vivir los jóvenes sin publicaciones de papel ni acceso a una mínima librería. Clickar, navegar, chatear, consultar, cortar y pegar, bajar, descargar, aupar etc. son sin duda actividades sumamente interesantes –y fáciles-- a las que, por desgracia, muchas personas mayores de cincuenta, sesenta o setenta años han renunciado. Pero, la visita a una librería, el tacto de un buen ejemplar en la cama, o el olor a polvo y madera rancia de un amarillento volumen de antaño son momentos entrañables que muchos jóvenes nunca tendrán ocasión de apreciar.img_137.jpg

Así como el periodismo no vino a sustituir a la literatura, ni la fotografía a la pintura, ni la televisión al cine, tampoco Internet ha venido a sustituir al libro. Cada género o invento tienen sus propias aportaciones y limitaciones, sus ventajas e inconvenientes, sus funciones y valores. En la variación está el gusto. El arte está en saber complementar unos y otros con oportunidad y tiento. Mi amatxo Aurorita, a quien debo la enciclopedia Salvat y murió sin conocer Internet, acostumbraba a decir que no hay libro malo. Quizá ahora diría que no hay soporte malo.                                                                                       

EIBAR herriaren anima. Revista popular. III Época - año 56 - núm. 90

 

 

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