Eibarreses al frente del mercado de las galaxias
Iñaki Garmendia llevaba ya una veintena de años en el campo ferretero de la herramienta de mano cuando, hacia 1990, en plena crisis, inmerso en un sector maduro poco proclive a la innovación y acuciado por la cada vez mayor competencia de los mercados internacionales, experimentó en su propio pellejo el viejo eslogan de renovar o morir.
Fue entonces cuando, a punto de cumplir los cincuenta años de edad, se planteó dos nuevos parámetros de actuación impensables hasta entonces. Por un lado, aplicar en la fabricación de la sencilla herramienta de mano (llave inglesa, llave de tubo, alicates, destornilladores etc.) el método de la integración horizontal ya largamente experimentado con éxito en sectores más evolucionados como la automoción y la aeronáutica. Y, por otro, abandonar la falsa seguridad del mercado más cercano, abrirse al mundo y apostar decididamente por la internacionalización.
El llamado método de integración horizontal suena a algo muy complejo pero es tan sencillo como la vida misma. En el fondo no es nada más elemental que asumir con humildad que uno no puede ser el mejor en todo, que uno no puede hacer de todo, pero sí que pude elegir a los mejores en cada caso y compartir con ellos el proceso de producción en su conjunto. Es decir, seleccionar a los mejores, posibilitar que cada uno de ellos pueda hacer aquello que mejor sabe hacer, y conseguir, por añadidura, una mayor especialidad, flexibilidad, agilidad y, consecuentemente, competitividad.
Apostar por la internacionalización significa renunciar a la exclusividad del mercado nacional, desde el convencimiento de que la excesiva dependencia del mercado doméstico conlleva a la larga el riesgo de acomodarse ante la rutina que siempre ofrece una demanda invariable en términos geográficos, culturales, lingüísticos, arancelarios e incluso monetarios. La opción estratégica de la internacionalización constituye una herramienta fundamental para la mejora continua de la organización y para la diversificación de los riesgos. Es decir, como se demuestra en tiempos de crisis, el gran valor añadido de la internacionalización no estriba en vender en muchos países, sino en la improbable posibilidad de que la crisis se extienda a todos ellos.
Hoy, casi veinte años más tarde, la empresa Ega Master de Vitoria está preparada para el mercado de todas las galaxias hoy conocidas. El 80% de su producción se dirige a los mercados exteriores y sus herramientas se distribuyen en más de 140 países de los cinco continentes. Ega Master es el único fabricante del mundo preparado para suministrar de manera personalizada, es decir, con su propia marca, los más de 10.000 productos que fabrica sin un coste adicional para el cliente. Posee más de 100 patentes registradas y destina el 7% de sus ventas a Investigación y Desarrollo.
La experiencia de la empresa familiar de los Garmendia –Iñaki padre y dos hijos, Aner e Iñaki-- demuestra que la internacionalización no es patrimonio de las grandes multinacionales y que, con investigación e inversión, también los sectores maduros y los productos sencillos son susceptibles de innovación.
El mercado no ha cerrado los ojos ante el esfuerzo de Ega Master. Por un lado, es una empresa que ha alcanzado récords de ventas en 2008 y un escaparate de premios y galardones que reconocen públicamente su meritoria labor: Q de Plata por segunda vez, Premio Novia Salcedo a la Excelencia en la Integración Profesional de los Jóvenes, Premio a la Excelencia Empresarial en Competitividad, Premio Toribio Echevarria a la Internacionalización, etc. Además, su llave alavesa o basque wrench fue elegida para ser expuesta en la exposición de diseño del Círculo de Bellas Artes, de Madrid, junto con la cuchara del cocinero Ferrán Adriá, los zapatos Camper Preu o el Plan de Accesibilidad de Metro Bilbao. Toda una joya.
EIBAR herriaren arima. Revista popular. III Época - año 56 - núm. 88
Aner Garmendia, Director General de Ega Master, S.A.