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De Deba a Altzola, río arriba

Amatiño 2012/04/14 23:00
Hace cuatro o cinco siglos, en los apenas 12,75 kilómetros que había y sigue habiendo entre Deba y Altzola, se concentraba a un lado y otro del río Deba un conjunto de infraestructuras fluviales, industriales, administrativas y de servicios de primer orden: siete casas torre, ocho lonjas, seis astilleros, otros tantos cargaderos, siete molinos, cuatro ferrerías, dos renterías (arbitrios) y nueve iglesias. Todo un complejo de evidente interés económico y social.

Para bien o para mal (hay opiniones para todos los gustos), la construcción de la autopista A-8 ha dejado el trazado Altzola-Deba al margen de uno de los principales ejes de Gipuzkoa, pero durante los siglos XV, XVI y XVII el tramo navegable entre ambas poblaciones fue estratégico, no sólo para Eibar, Debabarrena y la economía vasca en general, sino incluso para la comunicación entre el arco atlántico europeo y la meseta castellana. Por ahí pasaron hacia Flandes la lana, el cuero y el trigo de Castilla; por ahí entró el bacalao de Terranova y el aceite de ballena. Por ahí llegaba el mineral de hierro procedente de las minas de Somorrostro y por el mismo sitio, pero en sentido contrario, salieron a Europa los productos manufacturados de nuestra comarca, las armas de Eibar y el acero de Mondragón.  Todo ello porque, aunque ahora parezca mentira,  era más fácil, cómodo, rápido, seguro y barato el trasiego “marino” de mercancías desde Pasaia a Gasteiz por Deba, Altzola y Bergara,  que el montañoso por Donostia, Tolosa, Segura y San Adrián.

Todo esto, más y mejor, nos lo cuentan los historiadores José Antonio Azpiazu y Javier Elorza en el trabajo de divulgación histórica “Deba, villa de vocación marinera y mercantil (siglos XV-XVII)" publicado en el ámbito de la beca convocada en homenaje a Patxi Aldabaldetreku.

La navegación fluvial

Hoy sorprende que semejante flujo de mercancías se produjera en el cauce de un río con tan escaso calado. Es más, quienes hemos hecho repetidas veces en piragua el recorrido que va desde la playa de Deba hasta Sasiola, sabemos que hasta Astigarribia la navegación  no ofrece dificultad alguna con marea alta, pero que incluso cuando son vivas no alcanza el convento de Sasiola, que el caudal del propio río es del todo insuficiente en primavera y verano,  y que ni con embarcaciones sin quilla y mínimo calado cabe llegar hasta el puente.

Sin embargo, toda la historiografía al respecto nos habla de unas condiciones muy distintas y nos ofrece constantes documentos escritos que prueban no sólo que el río era navegable durante los siglos XV, XVI y XVII, sino que incluso recogen las dificultades a finales del XVIII y los intereses por propiciar otras alternativas por carretera.

El jesuita Manuel de Larramendi es claro y conciso al respecto cuando en su “Corografía de Guipúzkoa” (1754) recogía hace ya dos siglos y medio: “Navegase el Deva desde su entrada en el mar hasta Alzóla y no más adelante por las presas que se encuentran en el camino y se navega en alas muy largas y estrechas a causa de la corriente rápida del río en muchos parajes”.

El "Libro de caminos" (Archivo Municipal de Deba) define el tipo de alas, txanelas o gabarras, e incluso nos cita expresamente el calado que, forzosamente, requería la existencia de una profundidad mayor: “Las utilizadas en esta población en la época tenían una capacidad de carga de 15 quintales, unos 1.000 kgs. (lo que transportan 7 u 8 caballerías), una anchura media o manga de 1 m. y una longitud o eslora de unos 8 m. con un calado, cargadas, de unos 20 cm.”

Otro documento esclarecedor es el que, a resultas de la construcción en el siglo XVIII del nuevo camino de Altzola a Vitoria con la financiación de los municipios  de Bergara, Soraluze, Eibar y Elgoibar,  los ayuntamientos de Deba y Mutriku solicitaron (18 de junio de 1773) que la construcción del camino continuara hasta sus respectivos puertos, dado que la navegación fluvial se hacía cada vez más difícil y problemática::  “… se halla expuesto el transporte de los efectos de la Real Fábrica de Placencia como también de cualquiera géneros de mercaderías que convenga introducir y extraer del Reyno a causa de que la vía desde Alzola a Deva es innavegable sino es en ciertas temporadas y entonces con unas chanalas pequeñas que suben la corta cantidad de quince quintales y se mueben a fuerza de brazos caminando los hombres dentro del agua desnudos de medio cuerpo abajo con mucha indecencia y con peligro manifiesto de mojarse las armas y mercaderías que transportan en ellas quando executado el nuevo camino que proyectan se podran conducir por el hasta las mismas villas de Deva y Motrico en todo tiempo sin semejante peligro y a mucha mas conbeniencia en cualquier genero de carruajes”.

Asimismo, el propio homenajeado, Patxi Aldabaldetreku, dejó escrito (Vía fluvial Deba-Alzola. Deba aldizkaria.Uda, 1987): “El oficio de txalupero era extremadamente duro y su ejercicio queda limitado a ciertas épocas del año, entre los meses de noviembre y junio, cuando el río presentaba buenas condiciones de navegabilidad”.

Lo cierto es que a partir del siglo XVIII, y con la mejora de los caminos y carreteras, la vía fluvial perdió interés y competitividad. Tres siglos más tarde todavía queda en pié algún edificio medio derruido que nos recuerdan tiempos y actividades que ya nunca volverán, como es el caso de la palacio-torre de Andonaegi (ver foto), junto a la presa de Altzola, que en su momento fue el destino fluvial más alejado de la costa. Aún cabe apreciar su escalera y zona de embarque hasta el propio cauce del río.

EIBAR Herriaren arima. Núm. 106. 2012ko Aratostiak.

                                         Cinco siglos a orillas del Deba

                           Maaspe7

                          La lonja de Maaspe, en Deba, a un centenar de metros de la desembocadura

                                      Dorrea elurretan400

                                      La torre de Andonaegi, en Altzola, ferrería y embarcadero

 

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