Al rescate de los valores de siempre
Así, a la edad de 23 años, el propio Juan Marcos López de Guereñu, Alberto Eibar y Manolo Iraolagoitia unieron sus esfuerzos para fundar una pequeña empresa en un bajo, al igual que lo hicieron otros jóvenes eibarreses de la época. El incipiente taller contaba con dos trabajadores, y como fuere que los tres socios tenían que trabajar en el empleo que cada uno de ellos tenía en empresas ajenas, se veían obligados a dedicar a su proyecto común un tiempo no propiamente laboral, como de noche, los fines de semana y en vacaciones.
Durante muchos años, cada peseta que se obtenía del negocio lo reinvirtieron en la mejora y desarrollo del mismo: renovación de maquinaria, modernización de instalaciones, apertura de nuevos mercados. Y más personas que iban integrando la empresa, sin prisa pero sin pausa, en un constante y equilibrado crecimiento, convencidos en su fuero interno de que estaban labrando su pequeña gran historia.
Juan Marcos López de Guereñu, que participó activamente en la construcción de la ikastola Moguel y otros proyectos de Eibar, hablaba ya perfectamente francés cuando salió por primera vez a vender a Europa. Pero ello no le impedía que se esforzara a aprender también alemán por su cuenta, con un viejo magnetofón después de cenar, en casa, y con unos cassettes en sus desplazamientos en coche.
Sin duda tuvieron que superar muchos momentos difíciles, cambios políticos e institucionales, diferentes crisis a cual más compleja y coyunturas capaces de desanimar a cualquiera, pero nunca cejaron en su empeño y siempre mantuvieron como guía y referencia los valores iniciales del compromiso, del esfuerzo y del tesón compartidos. ¿Quién dijo que fuera fácil?
No fue trabajo de un día. Se necesitaron varias décadas a lo largo de las cuales más personas aunaron compromiso, trabajo y esfuerzo. Pero la probada capacidad de asumir nuevos riesgos, la continuidad en el trabajo, la constancia en los objetivos, la humildad del paso a paso y el gusto por el trabajo bien hecho… llevaron a la empresa a conseguir el Premio Europeo a la Calidad y a emplear, hoy, a más de 150 personas.
Estos y otros datos y recuerdos los recoge Nuria López de Guereñu, hija de Juan Marcos, dentro de un trabajo más amplio titulado Valores que construyen futuro. Según la secretaria general de Confebask, “no estamos ante una mera crisis económica. Nos encontramos en medio de un cambio de modelo de sociedad y de modelo de crecimiento. Y, como nos ocurre siempre que estamos ante la incertidumbre que todo cambio implica, buscamos referencias que nos iluminen respecto al camino a seguir”.
Nuria tiene sin duda la formación académica, la experiencia laboral y el bagaje profesional suficientes para echar mano en sus exposiciones y argumentaciones de las teorías económicas más elaboradas y sopesadas, pero ha preferido rescatar los valores de siempre, los que ella conoció y mamó desde niña en el seno de una familia eibarresa trabajadora, luchadora y comprometida con el futuro de los suyos. Unos valores que Nuria reconoce en la figura de su padre pero que, obviamente, eran compartidos no sólo por sus socios Alberto y Manolo sino, incluso, por toda una generación eibarresa formada en la filosofía de una Escuela de Armería que este año de 2012 celebra el centenario de su fundación.
Ha pasado ya medio siglo desde que Alberto, Manolo y Juan Marcos acordaron compartir retos e ilusiones. Desde entonces se han producido cambios de actitud sustanciales. Asistimos a tiempos de cierto relajo, donde se prima más el tener que el ser, se busca la satisfacción inmediata, derivamos nuestras responsabilidades a terceros, tendemos a trabajar con desmotivación y escasa proactividad, subrayamos la cultura de los derechos frente a la de los deberes y todo ello nos lleva a vivir por encima de nuestras posibilidades. ¿Qué cabe hacer? Según Nuria López de Guereñu “necesitamos una vuelta a las raíces, a la cultura y modos de hacer de nuestros padres y de todos los que nos precedieron. Una vuelta, en definitiva, a los comportamientos y a las actitudes que han procurado el actual grado de desarrollo y bienestar, muchos de los cuales han estado lamentablemente ausentes en los últimos tiempos”.
Nuria recuerda dos ideas que su padre Juan Marcos le repetía con frecuencia. Una primera: “las cosas, o se hacen bien, o no se hacen”, donde reflejaba el gusto por las cosas bien hechas. Y la otra: “hay que hacer Euskadi, en cada cosa que hagas”, donde testimoniaba su compromiso con el país y con su entorno más cercano.
Sin duda la situación es complicada. Pero frente a quienes creen que mejorará echando la culpa al enemigo exterior, “el futuro depende de nosotros mismos, de que sepamos corregir nuestras debilidades y aumentar nuestras fortalezas, de que tengamos visión y sueños que alcanzar, de luchar por lo que creemos y de esforzarnos por salir adelante, siendo constantes y fieles a nuestros referentes y valores de siempre, compartiendo entre todos el diagnóstico, el esfuerzo y la meta”.
Manolo Iraolagoitia, Juan Marcos López de Guereñu y Alberto Eibar, en 1964
EIBAR revista popular. Núm. 108 - 2012