Los frontones anteriores al "Astelena"
El pasado 24 de junio se cumplió el centenario del Frontón Astelena, inaugurado el día de San Juan de 1904. El Frontón Astelena es percibido en Eibar poco menos que como patrimonio histórico de todos los eibarreses. De hecho se le puede atribuir con todo rigor el socorrido apelativo “de toda la vida”, ya que no hay eibarrés, por muy viejo que sea, que no lo haya conocido siempre en el número 11 de Isasi kalea. Sin embargo, aunque lleno de historia, el Astelena ni es de siempre, ni ha sido el único frontón, ni tan siquiera el mejor considerado por los cronistas. Gregorio de Mújica, el historiador eibarrés por excelencia, apenas le dedicó una línea en su célebre Monografía Histórica de la Villa de Eibar de 1910: “Además del frontón propiedad de la villa, hay en Eibar otro de empresa particular, cubierto, construido bajo la dirección del arquitecto señor Gurruchaga, y un trinquete levantado hace cosa de ocho años”. El frontón particular citado como de pasada era precisamente el Astelena. De hecho, tanto el frontón público como el trinquete precedieron en el tiempo al Astelena, si bien éste ha sobrevivido a los dos anteriores.
La necesidad de crear un frontón municipal se planteó por primera vez en sesión del Ayuntamiento de 11 de enero de 1784, pero la idea tuvo que ser abandonada ante la protesta de algunos vecinos, argumentando que “no hacía falta ninguna el frontón y que antes de proceder a su construcción se pagaran las deudas de la villa”. En 1805 se retomó la idea y se acordó construirlo en el solar conocido como Pasealeku. Todo indica que desde un inicio se contó con recursos muy precarios. Dado que en 1822 el Ayuntamiento no había aún liquidado sus deudas, en 1846 los aficionados se quejaron de que el frontón no reunía las condiciones necesarias y, tras continuas obras de parcheo, en 1894 varios vecinos plantearon por escrito la necesidad de construir uno nuevo ya que “era público y notorio que el frontón de Eibar no servía para el juego moderno en el que buscaban honra y provecho para ellos y esplendor para la villa”.
Todo apunta a que el desinterés por la pelota que los eibarreses habían mostrado a finales del siglo XVIII había cambiado cien años más tarde. Gregorio Mújica, más en este caso como cronista de la actualidad que le tocó vivir que como historiador de tiempos pasados, describe el ambiente de finales del XIX y recoge expresamente que “juegan mucho a la pelota los eibarreses y es grande la afición que existe a este juego peculiar de los vascos. Jugar a la pelota es una de sus diversiones favoritas y, llevados de la inclinación que les domina, organizar muy buenos partidos”.
A pesar de aquella afición pelotazale al alza, el proyecto del nuevo frontón municipal no tuvo futuro, pero sí en cambio la iniciativa de construir un trinquete. Las obras fueron dirigidas por Simón Azpiazu, con un costo final valorado en 30.000 pesetas. La inauguración tuvo lugar el domingo 21 de junio de 1903. Jugaron los hermanos de Urruña, Jean Baptiste y Léon Dongaitz, contra los azkoitiarras Modesto Larrañaga y Txikito de Azkoitia, perdiendo los de Iparralde por 50-44. Según recogió el diario La Voz de Guipúzcoa. la entrada fue regular debido al alto precio de las entradas pero el partido resultó “archisuperior”. Visto desde la perspectiva actual, lo sorprendente hubiera sido que la entrada fuera buena, ya que esa misma tarde, sin salir del mismo Eibar, la competencia anunciaba otro partido de pelota.
Aunque ahora pueda parecer insólito, se dio por tanto la circunstancia de que aquella misma tarde de domingo, en el llamado “antiguo frontón” municipal, se jugó otro partido de pelota. Cantabria y Solozabal se enfrentaron a Romualdo y Odriozola, con victoria final de los primeros. Todo ello da idea de la afición pelotazale existente en Eibar a principios de siglo, hasta el punto de que en una población de 7.000 habitantes se organizaban una media de dos veladas por semana. Y en algún caso, como en aquel domingo de junio de 1903, se llegaba incluso a programar dos carteles distintos en otros tantos frontones diferentes.
No es extraño que en aquel ambiente, proclive al espectáculo de la pelota y ante una administración municipal que no terminaba de resolver positivamente las carencias del frontón público, la iniciativa privada se planteara la construcción de un frontón empresarial.
Una iniciativa empresarial, el Frontón Astelena, que cumple este año su primer centenario. Zorionak.
Luis Aranberri Amatiño
Dos partidos al mismo tiempo