Eibarko (eta Gipuzkoako) sozialisten historia: hastapenak
Erreferentzia bibliografikoa: EGIGUREN, Jesús (1994). EL SOCIALISMO Y LA IZQUIERDA VASCA 1886-1994. Madril: Ed. Pablo Iglesias. pp 27-34. online
Los inicios del socialismo guipuzcoano
A partir de 1919 el Partido Socialista se expandió por
Gipuzkoa, donde hasta entonces mantenía una escasa presencia,
limitada a determinados núcleos. Pero, coincidiendo con un
período de crecimiento económico originado por la
primera guerra mundial, irán apareciendo, en Gipuzkoa, los
problemas propios de una sociedad industrial. Es a lo largo de esta
década cuando adquiere importancia la inmigración
obrera; aunque en Gipuzkoa no se registrarán ni
polarización social, ni las grandes concentraciones de
proletariado industrial ni la violencia y radicalidad de los
conflictos que vivióBizkaia como consecuencia de su
industrialización.
A pesar de todo, el socialismo había aparecido en esta
provincia dotándose de tradiciones propias, mucho antes de
1910. Ya en 1891 se habían constituido las agrupaciones de San
Sebastián y Tolosa. Y será con la creación de la
Agrupación de Eibar, en 1897, cuando el socialismo guipuzcoano
adquirirá carta de naturaleza. En 1901 se crearon las
agrupaciones de Irún y Placencia y, más tarde, las de
Pasajes, Rentería, Beasain, Bergara y otras localidades. De
todas formas, antes de 1910, las únicas organizaciones de
entidad fueron las de San Sebastián y, sobre todo, como ya se
ha señalado, la de Eibar, una de las de mayor fuerza y prestigio, no
sólo en el País Vasco, sino en el conjunto de
España.
Esta agrupación contó, desde el momento de su
fundación, con una afiliación importante que supo
hacerse con la dirección del movimiento obrero de la
localidad. Hasta tal punto esto era así, que sólo
cuatro años después de su creación, en 1901, los
socialistas eibarreses disponían de su propio órgano de
prensa (°Adelante!); y en 1903 obtuvieron representación
municipal. Mantuvieron desde un comienzo un permanente contacto con
Bizkaia. .
Dos dirigentes del socialismo vizcaíno dejaron en Eibar una huella especial: José Medinabeitia y Tomás Meabe. Meabe fue director de °Adelante! en 1905, año en que residió en la localidad. Pero, pese a esa estrecha relación, el socialismo de Eibar desarrollósus rasgos diferenciados que marcarían la impronta del socialismo en toda Gipuzkoa.
Una de sus
peculiaridades consistióen la moderación que
imprimióa las luchas sociales, ciudando en todo momento de los
intereses globales de la industria de la villa. Esta
moderación se debía, no sólo a las
características industriales de Eibar, sino también a la enorme
afiliación que registraban las organizaciones obreras y al
grado de especialización que la industria armera
exigía. Todo lo cual permitía a los trabajadores
disponer de una importante capacidad negociadora, lo que les
eximía de recurrir al conflicto radical, una situación
que era totalemente contraria a la que se vivía en Bizkaia,
donde los trabajadores no contaban con una fuerte estructura sindical
y, por consiguiente, disponían de una muy escasa capacidad de
negociación, lo que se traducía en el recurso obligado
a la huelga general y al enfrentamiento enconado con lo patronos.
Mantuvieron igualmente, los socialistas eibarreses, posturas
singulares respecto a las relaciones con los republicanos. Siguieron
disciplinadamente, antes de 1910, las consignas de aislamiento
provenientes del PSOE; pero, según relata uno de sus
dirigentes más destacados, Toribio Echevarría, "las
relaciones con los republicanos de la localidad nunca fueron
demasiado tensas y, desde luego, no se dieron aquellos encuentros a
palos y a tiros que eran frecuentes en Bizkaia entre republicanos y
socialistas.
Otro rasgo destacado que afianzaba la idiosincrasia del socialismo
eibarrés fue la constante utilización del euskera por
parte de dirigentes y afiliados de la Agrupación.
Amuátegi, Marcelino Bascarán y, en general, los
líderes más destacados, utilizaban el euskera en
mítines y actos públicos. y este era el idioma del que
se valían comunmente en sus reuniones internas. Algo que, por
otra parte, era el reflejo de la composición del movimiento
obrero en la villa armera.
En Gipuzkoa la inmigración fue escasa antes de la primera
guerra mundial; y en Eibar concretamente, el 80% de los obreros eran
autóctonos y muchos de ellos procedían de los
caseríos de los alrededores. Por ello, y por el hecho de que
el nacionalismo no contócon una sólida
organización hasta 1910 en la provincia, los socialistas de
Eibar, y por extensión los de Gipuzkoa, no
participaron del antinacionalismo virulento del PSOE en Bizkaia. Como
tampoco, hay que decirlo, participaban del entusiasmo particularista
de los republicanos de la provincia, tal como lo explica Toribio
Echevarría.
Así como los socialistas -decía- desayunábamos
en Eibar con "El Liberal" de Bilbao, los republicanos
hacían lo mismo con la "Voz de Guipúzcoa". Y así
como unos nos inspirábamos en Bilbao, donde las luchas
sociales eran tan reñidas, los otros padecían las
influencias de San Sebastián, donde el republicanismo
tenía vieja raigambre y figuras ejemplares de tipo euskaldun,
patriarcas del fuerismo y doctrinarios de la autonomía y la
federación.
En el socialismo eibarrés primaba, por tanto, el
internacionalismo característico de los primeros socialistas,
si bien la sensibilidad vasquista será perceptible en muchas
de sus manifestaciones. La utilización intensiva del euskera,
incluso en la prensa y en la propaganda impresa, sus intentos de
extender la acción política por el medio rural, su
defensa de la reintegración foral desde el Ayuntamiento, en
1906, y, en fin, la influencia de personalidades como Toribio
Echevarría, contribuyeron a que el socialismo eibarrés
profundizara en lo que el problema vasco representaba.
Paralelamente a la extensión del PSOE por las distintas
poblaciones de Gipuzkoa, fueron apareciendo líderes de gran
prestigio como Aquilino Amuátegui, en Eibar; Guillermo Torrijos, en San
Sebastián; y Enrique de Francisco en Tolosa... Líderes
que extenderán su influencia al conjunto del socialismo
vasco.
Aquilino Amuátegui debía en gran parte su prestigio a
la labor que desarrollóen el Ayuntamiento de Eibar como portavoz del grupo
republicano-socialista. Era conocido por su utilización
constante del euskera en mítines y actos políticos y
defendióen todo momento la necesidad de una mayor
implantación del PSOE entre la población
autóctona; como cuando, en un mitin celebrado en Sestao en
1916, afirmóque "el socialismo debe estar bajo la
dirección de los vascos, no porque tengan más
capacidad, sino porqure conocen mejor las costumbres de este
pueblo".
Junto con Amuátegui y el líder socialista de San
Sebastián, Guillermo Torrijos, fue Enrique de Francisco el
otro dirigente socialista más conocido en Gipuzkoa y el de
mayor influencia. Procedía de Madrid, donde formóparte
del núcleo fundacional del PSOE y mantuvo una estrecha amistad
con Pablo Iglesias. De la capital de España se desplazó
a Tolosa a trabajar en la industria del papel. Hombre de gran
preparación política, se convirtióen poco tiempo
en uno de los principales dirigentes del socialismo vasco, tras
dirigir con éxito la huelga de papeleros de Tolosa de 1912 y
crear el sindicato papelero vasconavarro.
Llegóa ser concejal del Ayuntamiento de Tolosa a partir de
1915. Posteriormente sería elegido primer diputado socialista
por Gipuzkoa, en 1931. Trasladado nuevamente a Madrid, fue
subsecretario de Trabajo con Largo Caballero, con cuya línea
se identificódurante la etapa de radicalización del
PSOE, y elegido más adelante diputado por el Frente Popular de
1936, en un momento en que era miembro de la Ejecutiva del PSOE. Tras
la guerra civil, fue dirigente del PSOE en el exilio durante muchos
años, llegando a ser su presidente.
Contando pues, con organización consolidada y líderes
de prestigio, el socialismo guipuzcoano se hallaba en 1910 en
condiciones de jugar un papel destacado en la vida política de
la provincia, más allá del puro ámbito laboral y
sindical, donde, al igual que en Bizkaia, tenía un fuerte
arraigo.
La Conjunción Republicano-Socialista dio un impulso importante
a la izquierda de la provincia, aunque a todas luces menor que en
Bizkaia. En las primeras elecciones municipales a las que
concurrieron en coalición, las de 1909, republicanos y
socialistas obtuvieron mayoría en los Ayuntamientos de San
Sebastián y Eibar. Los posteriores comicios no fueron tan positivos
para la izquierda a escala municipal, por lo que hubo que esperar
hasta las municipales de 1920 para obtener un triunfo electoral
semejante al de once años atrás. En aquel año,
en 1920, la izquierda conseguiría en Eibar la mayoría absoluta, logrando
los socialistas seis concejales.
En cuanto a las elecciones generales, la Conjunción no obtuvo
en Gipuzkoa grandes éxitos, por lo que su incidencia
política en este terreno fue escasa. Sólo en las
elecciones de 1910 un candidato republicano arañóla
posibilidad de ser elegido diputado por el distrito de San
Sebastián. Al igual que los de Bizkaia, los socialistas
guipuzcoanos defendieron en los congresos del PSOE la necesidad de
mantener la política de alianzas electorales. Así, por
ejemplo, en el Congreso extraordinario de 1919, en el que se
decidióabandonar la política conjuncionista, fue
Enrique de Francisco, en representación de las agrupaciones de
Gipuzkoa, uno de los que más se opuso. "Creo -argumentaba- que
se llevaría al partido a su primera época, en la que se
conseguían únicamente triunfos morales que hoy
significarían el triunfo del ridículo", y puso
precismente como ejemplo el caso de Gipuzkoa, donde, a su juicio, era
preciso llevar a cabo alianzas con las fuerzas adversas a la
hegemonía de carlistas e integristas.
En cualquier caso, tras el buen resultado obtenido por la
Conjunción en Gipuzkoa en 1909, la derecha fue
imponiéndose con facilidad en los años posteriores,
aunque compitiendo, en 1918, con el nacionalismo vasco, que
obtendría un diputado por el distrito de Bergara. Ante esta
realidad, que se unía a los problemas surgidos entre
socialistas y republicanos en 1917, estos últimos defendieron
la necesidad de pactar con los monárquicos liberales y,
apartir de 1918, los socialistas acudirían en solitario a las
urnas, obteniendo unos resultados muy modestos.
Por lo que respecta a la confrontación con el nacionalismo, su
irrupción en el panorama político guipuzcoano
obligóa los socialistas de la provincia a esforzarse por
presentar planteamientos originales, muy lejos de las actitudes
mostradas por sus correligionarios de Bizkaia. Precisamente cuando en
1918 Felipe Carretero pedía en Bilbao que frente al "Gora
Euskadi" de los nacionalistas, se gritase el "Viva España".
Las juventudes Socialistas de Eibar distribuían unas hojas en
euskera, en las que se podía leer:
Gora Euskadi eta
gora mundu guztian
bere izardiakin
bizi dangentia.
.
Iniciativa
ésta que haría exclamar a "El Obrero Vasco", ó
rgano de la STV: "pronto tendremos 49 clases de socialismo diferentes
en la Península Ibérica. Los de Madrid son
antinacionalistas y antiburgueses, los de Bilbao, en cambio,
antivascos, y en Eibar gritan Gora Euskadi".
Hacia finales de ese mismo año, José Medinabeitia
afirmaría en "La lucha de clases" la existencia de una
nación vasca y la necesidad de crear una Federación de
Nacionalidades Ibéricas. Afirmación que sería
contestada por conocidos dirigentes de la Agrupación de
Bilbao, como Felipe Carretero, que insistía en la
incompatibilidad entre socialismo y nacionalismo.
La posición de Medinabeitia, aunque minoritaria, no era
irrelevante, y tenía seguidores, al menos en Eibar. Uno de los más
caracterizados fue Toribio Echevarría, que, en noviembre de
1918, publicaba un folleto que llevaba por título "La Liga de
Naciones y el problema vasco". En él se apostaba por un
acercamiento de los socialistas a la problemática nacional.
Estaba escrito con motivo de la propuesta del presidente Wilson para
la creación de la Sociedad de Naciones al finalizar la primera
guerra mundial. Como es sabido, entre las propuestas del proyecto se
encontraba el derecho de la autodeterminación de las
nacionalidades, lo que, a nivel internacional, levantóla
esperanza de aquellas naciones que aspiraban a la
soberanía.
El folleto de Toribio Echevarría salía a la luz en tal
contexto, cuando, paralelamente, las Cortes debatían en
España un Estatuto de Autonomía para Cataluña;
y, en diciembre de aquel mismo año, se celebraron en diversas
localidades del País Vasco reuniones de Ayuntamientos para
solicitar la derogación de la Ley del 25 de octubre de
1839.
Merece la pena hablar con cierto detenimiento de los contenidos de
aquel folleto de Toribio Echevarría, puesto que en él
se recoge un intento serio de ofrecer una respuesta al problema
nacional, superando las posiciones tradicionales del PSOE en esta
materia. Una respuesta que parte del reconocimiento de que es preciso
esforzarse por adoptar una postura clara ante el tema.
Respecto a los nacionalismos ibéricos -escribe- no se ha dado
un criterio general socialista, a causa de la relativa inanidad de
estos movimientos antes de la contingencia internacional que ha
venido a señalar su posibilidad práctica. Ahora que se
da esta circunstancia, no puede un partido que actúa en las
realidades de la vida sustraerse a la necesidad de señalar un
criterio con relación a un problema que ha alcanzado
tamaña importancia.
Tras aludir a antecedentes históricos sobre la posició
n socialista en esta cuestión, entre ellos el apoyo del PSOE a
la independencia de Cuba, Toribio Echevarría
señalaba:
Por lo que respecta a la tradición foral del País
Vasco, podrían recogerse numerosas manifestaciones realizadas
en la prensa socialista, entre las que destacan aquellas
campañas de nuestro querido Tomás Meabe para que
adoptáramos el Gernikako Arbola como himno nuestro, y las
manifestaciones de nuestros obreros en las corporaciones locales,
todas ellas perfectamente unánimes en pronunciarse a favor del
espíritu democrático, liberal y autonómico de
nuestras viejas instituciones.
Pero añade que hay que ir más allá y, lejos de
la actitud mostrada por La Lucha de Clases, no duda en afirmar que
"la personalidad del País Vasco está determinada por
caracteres diferenciales profundos, de una realidad innegable, como
son su lengua, su origen, su tradición foral y sus
costumbres". Respecto a la tradición foral, Toribio
Echevarría sostiene:
La reintegración foral no puede significar necesariamente la
vigencia de la antigua legislación, sino el restablecimiento o
restitución a favor de este país de aquellas facultades
legislativa, ejecutiva, judicial y administrativa que
gozóhasta la abolición de los Fueros. Lo que significa
su plena soberanía política.
Admitido, pues, el derecho a la soberanía del pueblo vasco,
Toribio Echevarría se plantea también qué tipo
de relaciones debería establecer la nacionalidad vasca con
otros pueblos de la Península. Enlazando con el universalismo
y cosmopolitismo del socialismo vasco, excluye la posibilidad de la
independencia, por considerarla opuesta "al sentido en que marcha el
mundo" y contradictoria con los vínculos históricos que
se habían ido creando a través de los años entre
el pueblo vasco y España. Vínculos entre los que,
citando a José Madinabeitia, incluiría siglos de vida
en común, el patrimonio espiritual aportado por la
religión católica, la cultura, la lengua y los lazos
econó micos.
Como alternativa a la independencia, Toribio Echevarría era
partidario de una confederación con los restantes pueblos de
la Península, incluída Portugal, para formar la
Confederación de Nacionalidades Ibéricas. Y
concluía afirmando:
Si llega la ocasión, y debemos desear que llegue, debemos dar
nuestro voto por que se resuelva el problema vasco a base de una
amplia autonomía y aún a base del Estado [...]. Si
consiguiéramos resolver en esta crisis el problema vasco y el
de la República por la Federación Ibérica, nos
encontraríamos de lleno, desbrozado el suelo, sobre el terreno
de nuestra lucha de clases -la de los trabajadores y los detentadores
del patrimonio social-, donde han de darse las grandes batallas en
pro de la justicia social.
A lo largo del período que se analiza, la configuarció
n política de la provincia no experimentó
significativas transformaciones: carlistas e integristas continuaron
en posición dominante, siendo la fuerza de los partidos
monárquicos, menor que en Bizkaia. Los nacionalistas no
dispondrán de un peso relevante. En Gipuzkoa habrá que
esperar a la II República para que, al igual que en Bizkaia en
años anteriores, vayan configurándose los tres mismos
bloques políticos dominantes: la derecha no nacionalista, el
nacionalismo vasco y la izquierda socialista y republicana.
En cuanto a Araba y Nafarroa, la implantación del socialismo
fue mucho más desigual y dificultosa. Ambas provincias
serán las de menor implantación del PSOE de toda
España, por su carácter conservador, su escasa y
tardía industrialización y la ausencia de tradiciones
obreras significativas.
De esta forma, el corresponsal de La Lucha de clases de Vitoria
señalaba en 1899 "cuánto trabaja en esta ciudad el
carlismo y el clericalismo, que tan hondas raíces tienen, por
desbaratar las agrupaciones socialistas y por hacernos imposible la
estancia en esta localidad a los correligionarios". Y el de Pamplona,
en 1901, se quejaba de que la capital navarrra era una ciudad
difícil, poniendo como ejemplo que en el Ayuntamiento, 22 de
sus 25 concejales eran carlistas e integristas. No es, pues, de
extrañar que en 1915 Vitoria, única agrupación
de Araba, contara con 30 afiliados, y Pamplona, única
también en Navarra, con 12.
La situación en estas dos últimas provincias
cambiaría también con la llegada del régimen
republicano, época en la que el socialismo
experimentará, sobre todo en Navarra, una fuerte
expansión.
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EGIGUREN,
Jesús: EL SOCIALISMO Y LA IZQUIERDA VASCA 1886-1994
Ed. Pablo Iglesias. Madrid, 1994. pp 27-34