Poca necesidad de emigrar
Pero, si ir tan lejos, mi propio padre, Luis Aranberri, emigró a Argentina en 1930, cuando apenas tenía 21 años. Y no fue solo. Le acompañaron otros tres hermanos y trabajaron como “lecheros” entre los gauchos de la Pampa. El mayor de ellos, mi padrino Gregorio –padre de Maritxu Aranberri Villabella.-- nunca volvió y murió en Buenos Aires, rodeado de hijos, nietos y biznietos ya argentinos.
La emigración era por aquellas fechas tan habitual que, dos años antes, en 1928, el indiano José Manuel Ostolaza fundó en Deba la Escuela Biblioteca del Emigrante, que en su curso inaugural preparó a 36 jóvenes para su mejor adecuación a los hábitos sociales y condiciones de trabajo que supuestamente iban a encontrar en América “y cuando el tiempo transcurra ahuyentaréis de vuestros hogares la pobreza que habéis heredado y os rodea todavía”. El propio Ostolaza se había visto obligado a emigrar en su juventud y, tras haber hecho las Américas con éxito, creyó conveniente trasladar su experiencia a los futuros emigrantes.
Fotografía (La Voz de Guipúzcoa 1930.11.18) recopilada por Iñigo Landa. La noticia informa de los trenes especiales de Mondragón y Eibar.
La emigración vasca
“Para ser un auténtico vasco, se requieren tres condiciones: llevar un apellido sonoro que indique el origen, hablar la lengua de los hijos de Aitor y… tener un tío en América” (L´Emigration basque. Pierre Lhande. Paris, 1910). Escrito originalmente en francés, la Editorial Auñamendi lo publicó años más tarde (San Sebastián, 1971), una vez traducido al español. Este estudio y recopilación del Padre Lhande es referencia obligada para cualquier investigación sobre la emigración vasca.
Hasta fechas muy recientes, Euskal Herria no ha sido para nada un país rico. La pesca de la ballena (X-XIV), las relaciones comerciales con Holanda, Brabante y la Liga Hanseática (XIV-XV), las consecuencias del descubrimiento de América (XVI-XIX), el desastre generado por la Paz de Utrecht en Iparralde (XVIII-XIX), las Guerras Carlistas, el golpe militar de Franco etc… Las dificultades políticas y penurias económicas sufridas durante siglos por el conjunto de la sociedad vasca llenan muchos archivos y bibliotecas.
Por citar sólo unos datos significativos, en apenas los tres años que van de 1840 a 1842 fueron 1.300 los emigrantes vasco-españoles a Argentina y Uruguay. Y nada menos que mil guipuzcoanos desde 1852 a 1879.
Los datos de Iparralde son aún más dramáticos. De 1832 a 1891 cerca de 80.000 vasco-franceses emigraron a América. Cifra a todas luces sobrecogedora, no en vano el censo de 1901 daba en el conjunto de Iparralde una población total de 173.351 habitantes. Lo cierto es que, en 1908, eran ya 250.000 los argentinos de origen vasco.
No tenemos datos concretos de la emigración de eibarreses a América, pero en la relación de personajes más o menos ilustres con altos cargos y responsabilidades que el historiador Gregorio Múgica encuentra en el siglo XVI en Flandes, Italia, Perú y México se citan a nada menos que 147 eibarreses.
Seguro que la cifra actual de paro entre los jóvenes es ahora también inquietante, y probablemente los mercados de Brasil, India o China sustituyen hoy día a los destinos de antaño, como Flandes, Perú, México o Argentina. Pero no parece que sean muchos los jóvenes interesados en cambiar de aires… como no sea para hacer turismo.
Cualquier tiempo pasado fue… peor.
EIBAR. Herriaren arima. Núm. 99. 2010eko Gabonak
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*Aunque se nos haya ya olvidado, incluso los datos de 1996 fueron peores.