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El "ser" eibarrés

amat 2005/09/26 23:52
Bajo la firma conjunta de Serafín Basauri y Juan San Martín, la revista EGAN (Suplemento de Literatura del Boletín de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País) publicó en su número de 1972 un artículo titulado "Eibarko euskerari buruz". Un breve trabajo de recopilación, en el que sus autores recogían los pormenores histórico-literarios del habla dialectal de Eibar y, además de mostrar su apoyo al proceso del euskera “batua” (Aranzazu, 1968) --entonces objeto de debate social—, animaban a las nuevas generaciones a profundizar en las bondades del propio sustrato lingüístico eibarrés.

El recorrido histórico recogido por Serafín Basauri y Juan San Martín se desarrollaba desde el cantar épico de Akondia (1390) hasta los dos grandes estudios de Toribio Echevarria, "Flexiones verbales de Eibar" (1963-1964) y "Lexicón del euskera dialectal de Eibar" (1965-1966), pasando por las referencias del historiador Gregorio Múgica a las ordenanzas municipales en euskera del Ayuntamiento de Eibar (1743), el mapa dialectal del príncipe Bonaparte (Londres, 1863) --en el que toda la cuenca del Deba aparece dentro de la zona geográfica del dialecto vizcaíno-- y las halagadoras valoraciones que sobre el euskera eibarrés hicieron autoridades como Andima Ibiñagabeitia y Sebero Altube, saliendo al paso de la crítica popular empeñada, sin rigor alguno, en tachar el euskera de Eibar de malo e “impuro”.

Con respecto al desarrollo literario, Basauri y San Martín hacían especial referencia a Juan Antonio Mogel, figura señera de la literatura vasca del siglo XVIII, sin pasar por alto el ensayo "Tentativas de reconstrucción de nuestro lenguaje natural y el problema de la palabra" (Eibar, 1898) del médico Vicente Agirre, y las aportaciones de nuestro políglota por antonomasia, el jesuita Romualdo Galdos. Tampoco olvidaban la obra poética de Toribio Echevarria, "Ibiltarixanak" y "Ondakiñak", como tampoco la literatura oral de los bertsolaris, la tradición festiva de carnavales, romerías (Arrateko zelaiko / bai floridadea¡ / Andixik gora dago / zerura bidea) y coplas de Santa Agueda, y la producción surgida en el ámbito de los movimientos obreros (Forjariak, 1911), con protagonistas concretos como Aquilino Amuategi y Toribio Mendizabal.

Según cabe intuir de la lectura de su escrito, Serafín y Juanito no sólo no se tenían ya por jóvenes en 1972, sino que eran muy conscientes de que asistían a los prolegómenos de grandes cambios sociales, culturales y lingüísticos. La unificación literaria acordada apenas cuatro años antes por Euskaltzaindia, la proliferación de ikastolas, las campañas de alfabetización para adultos, la cada vez mayor euskaldunización de los medios de comunicación, el inminente proceso de institucionalización, y el surgimiento de una nueva generación de jóvenes escritores, lectores y, en definitiva, usuarios de la lengua, auguraban un futuro esperanzador para el euskera en general, al tiempo que el riesgo de un hipotético abandono y olvido de las peculiaridades locales.

Una nueva generación comprometida

Treinta largos años más tarde, es muy difícil hacer un balance exhaustivo de los cambios producidos. En términos cuantitativos, parece evidente que nunca antes en la historia Eibar tuvo nunca tantos ciudadanos vascoparlantes como ahora. En términos cualitativos, en la medida en que la inmensa mayoría de los jóvenes euskaldunes se han escolarizado en eso que se entiende como euskera unificado o “batua”, todo apunta a que muchos de ellos han perdido el jarixo y etorrixa peculiares que eran tan propios de los eibarreses hasta la década de los sesenta, si bien es también evidente que, a pesar de los pesares, las formas y expresiones locales se siguen mantienen tanto en el entorno familiar como en el trabajo y en la calle.

Paradójicamente, mientras el euskera característico de Eibar pierde presencia social, su estudio y análisis son superiores a cualquier otra época precedente. Este plausible resultado no es ajeno al esfuerzo y concienciación de jóvenes investigadores e intelectuales. Si hasta las aportaciones lexicológicas de Toribio Echevarria el euskera de Eibar apenas tuvo quien lo estudiara y sistematizara, la situación es hoy muy otra. Los Toribio Echevarria, Juan San Martín, Serafín Basauri, Imanol Laspiur y otros, que conocieron y sufrieron el desierto de la posguerra, cuentan hoy con una pléyade de seguidores que los mejoran en preparación y medios a su alcance: Antxon Narbaiza, Koldo Zuazo, Begoña Azpiri, Juan Andrés Argoitia, Asier Sarasua, Nerea Azkarate, Nerea Areta, Mikel Sangroniz, Itziar Alberdi, Xabier Gezuraga y tantos otros forman parte de esa larga lista de “prácticos” (en expresión del erudito Julio de Urquijo) del euskera de Arrate, cuyos trabajos han colocado a Eibar en una situación de privilegio con respecto al estudio y promoción de las variedades de otras localidades vascas.

El caso eibarrés no es por supuesto el único, pero sí uno de los ejemplos más preclaros de todo Euskal Herria a la hora de conformar un corpus del euskera propio del lugar. Siguiendo la estela pionera de Toribio Echevarria, probablemente ningún otro municipio vasco cuenta hoy con una documentación tan variada y prolija como Eibar, con relación al dialecto local. Basta visitar la página de Internet http://www.egoibarra.com para acceder a un escaparate impensable hace no ya 35 años, sino incluso apenas 10 ò 15.

En toda esta dinámica de trabajo hay algo más que afición, ilusión o vocación juveniles. Hay, ante todo y sobre todo, la asunción consciente de estos jóvenes investigadores de que ellos mismos constituyen el último eslabón de un ciclo histórico que se extingue con sus propios abuelos, y que como tales nietos están llamados a ser los patriarcas de una nueva cadena, cuya impronta y herencia marcará sin duda el devenir de las futuras generaciones. Como dijo Alvin Toffler en referencia a la revolución tecnológica de la Sociedad de la Información, “somos los últimos de una civilización que se extingue y los primeros de una nueva generación que nace”.

En cualquier caso, siendo cierto que los vascos somos los únicos en el mundo que podemos asegurar la pervivencia del euskera, no es menos cierto que la continuidad del euskera eibarrés dependerá exclusivamente de los eibarreses. No es fácil definir en qué consiste el “ser” eibarrés pero, sin ánimo alguno de ofender a nadie, todo apunta que el euskera es anterior a la camiseta azulgrana, a las rancheras e, incluso, al aspa de San Andrés.

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