Altzola oin dala 500 urte
Altzolako gauzak inbestigaten, hara nun topa doten Bixkokalian 1998an topa zirazen 15 tiñen erabilpenari buruzko azalpen bat. Deskribapen hau, baitta artikuluan agertzen dirazen errekan gorako karriuen detalliak be (ahal zan lekuraiño pinaza, zabra edo gabarrez, eta dzingurik ez eguan lekutik gora, “ala” edo galupaz) Lekitto-Munittibar biderako be balekuak dirazelakuan nago. Gauza bat datuak jakitia da, baiña artikulu honetan XVI. mendeko andra-gizonen bizimoduan “benetako usaiña” hartu leike.
AZPIAZU ELORZA, José Antonio; ELORZA MAIZTEGI, Javier: “El trayecto fluvial Altzola-Deba”, Itsas Memoria. Revista de Estudios Marítimos del País Vasco, 6, Untzi Museoa-Museo Naval, Donostia-San Sebastián, 2009, pp. 163-190. https://docplayer.es/84154079-Azpiazu-elorza-jose-antonio-elorza-maiztegi-javier-el-trayecto-fluvial-altzola-deba-itsas-memoria-revista-de-estudios-maritimos-del-pais-vasco.html
Negoziuak hiru hanka zittuan: merkatarijak, lonjeruak, eta galuparijak. Lehelengo bijak ezagunak diraz, baiña ez hainbeste aletan ibaijan gora eta behera ibiltzen zirian garraiolarijenak. Horixe egin jat interesgarrijena, bestiak beste Mutrikuko Burumendi espeleologia taldeko lagunen bidez ezagututako Iruroineko parajia esanahiz bete jatalako:
“de tiempo ynmemorial a esta parte, por el río de Deva que entra en la mar e sale del puerto de la villa de Deva, e deçiende por la villa de Oñati e Salinas de abaxo e Mondragón e Vergara y Plazencia, e por el valle de Eybar e de Elgueeta e Ermua y por la dicha villa d’Elgoybar fasta dar en la mar, ay en estos tres valles por donde pasa muchas ferrerías y herreros de labrar fierro e azero e adelgazar y labrar otras muchas cosas de fierro e azero, las quales se proveen de vena y de otras muchas cosas, viandas, provisiones e aparejos por la mar, subiéndolo por el dicho río arriba en bajeles y navíos fasta Yruroguen, qu’es media legoa dentro del dicho río, y de allí con galupas y alas fasta una legoa más arriba, de lo qual viene grand benefiçio a las dichas villas y ferrerías e ferreros y personas que biven y tratan en los dichos valles, porque ansimismo se sacan en los dichos barcos e vaxeles e gallupas e alas, el fierro e azero e cosas que se labran en las dichas herrerías e otras mercaderías por el dicho río fasta llegar a la mar. Et agora que es venido a notiçia de sus partes que un Martín Ochoa de Yribe, vesino de la villa de Motrico, ha tenido e tiene intençión de hedificar unas açeñas e molinos en el dicho río...
(...) De todas formas, la preocupación por reglamentar el trayecto fluvial venía de antes, y se conocen ordenanzas de galuperos que datan de la primera mitad del siglo XV, (...) se encargan de establecer los precios que han de cobrar los galuperos por acarreo de la bajelada tipo, que solía ser de 400 quintales de vena, en los diferentes trayectos del río (Iruroguen-Altzola; Iruroguen-Auntzuritza; Auntzuritza-Altzola…). Asimismo se les impone la preferencia que tienen los señores ferreros del valle, a la hora de necesitar cualquier clase de transporte por la vía galupera, así como se les obliga a que ninguno pase del puente de Ospaz en Mendaro, sin tener su propio albalá o recibo de transporte, entre otras disposiciones.
Pero esta presión sobre los galuperos tenía sus inconvenientes, puesto que estos tenían que ingeniárselas para hacer rentable su negocio. Como cobraban por trayecto realizado, una de sus estratagemas consistía en cargar más de la cuenta la galupa con la vena o mineral de hierro que llegaba a la descarga de Iruroguen y almacenar la demasía o carga sobrante en una zona de la orilla del río lo más cercana a su punto de destino; de este modo en dos o tres viajes, conseguía otro más con el producto abandonado en la orilla”.
Bestalde, Altzolako negoziuan beste zati bat bale-koipian gorabeheria zan, eta ez txikiña: Bixkokaleko biltegijan 15 tiña topa bazirian, Altzolako lonjetan 50 tiñatik gora egotia ez zan arrarua (eta lonja asko eguazen). Dana dala, pentsau leike Deba eta Lea ibarretan antzeko biharrak egitten ziriala bale-koipiagaz, beraz, hurrengo azalpenak orduko girora ederto garoiez:
(...) El volumen alcanzado por la grasa de ballena era importante, y requería poderosas infraestructuras para su manejo. Además, al tratarse de un elemento líquido, la cosa se complicaba. La solución de las lonjas donde almacenar las tinajas fue absolutamente eficiente. Las poblaciones costeras como Donostia, Orio, Deba o Mutriku disponían de grandes lonjas en los bajos de las casas, y en ellas, según expresión que encontramos en los documentos de la época, se “hincaban” en el suelo. Disponemos de datos de una lonja de Alzola en la que había 62 tinajas. En los depósitos de esta casona se almacenaban esos sesenta mil litros de grasa esperando su distribución ulterior. Si tenemos en cuenta que el contenido de grasa se iba introduciendo gradualmente hacia el interior y, por tanto, entraba en la lonja nuevo material, y que existía un gran número de lonjas repartidas entre Alzola, Deba, Donostia y otras poblaciones marineras, es necesario admitir que el mercado de la grasa de ballena movía mucho dinero y diferentes recursos, tanto materiales como personales y de transporte. En resumen, se deduce que la venta de grasa de ballena se había convertido en un negocio de gran calado.
El trasiego de grasa y su almacenamiento en tinajas resulta fascinante en un mundo que quiere descubrirnos una vocación más mercantil que rural, como era en su conjunto el caso de la Euskal Herria del siglo XVI. El sistema de funcionamiento de estos almacenes consistía en que el mercader interesado en la grasa alquilaba algunas de sus tinajas, a la espera de disponer de medios para trasladarla al interior. Para el transporte con mulas se utilizaban pellejos preparados para ser acoplados a lomos de animales de carga, el mismo sistema utilizado para el transporte del aceite de comer y de vino. Con este método, el transporte del saín a cualquier destino estaba garantizado. Las poblaciones del interior de Euskal Herria contaban con su suministro, y los concejos organizaban anualmente subastas para la concesión del abasto de grasa de ballena, elemento que se convirtió en imprescindible para la iluminación doméstica y sobre todo para los talleres donde se fabricaban utensilios.
(...) Las tinajas, no cabe duda, se convirtieron en un bien muy preciado, sobre todo por el beneficio que se sacaba de ellas alquilándolas a los mercaderes que comerciaban con grasa de ballena. Un memorial de principios del siglo XVII muestra los altibajos a que estaba sometido este negocio, siempre pendiente de la llegada de la preciada grasa. Se trata de un pleito sobre ciertas bodegas, tiendas y tinajas dejadas por Martín de Urnieta el viejo y Doña María Pérez de Echave su mujer, bienes apetecibles por las rentas que generaban. Así, leemos que “La bodega de tinajas que hay en la dicha casa en que hay vasijas de cient barricas de grasa, trecientos reales, a tres reales por cada barrica”, y también “otra bodega de tinajas que es detrás de las carnicerías, 14 ducados en cada un año”. Es significativa la noticia de los vaivenes de la rentabilidad: se señala que las tinajas rentan “habiendo grasa”, lo que se reitera al mencionar la renta con sus tinajas 14 ducados al año, que “si hay grasa”, y también se hace constar que hay años en los que por barrica se renta dos reales y medio, otros cuatro reales, y otros en que quedan vacías por falta de grasas y no rentan nada. El comercio de tinajas sevillanas con destino a las lonjas vascas se convirtió en un negocio muy habitual. (...)
La cultura de las tinajas y su utilización estaba muy extendida por lo útiles que eran. Con ocasión del reclamo de una bota (equivalente a dos barricas, unos 400 litros) de grasa de ballena y de tres barricas de grasa, se comenta que Paulo de Iturrizaga tenía en su casas de Orio, en tinajas, la bota de grasa y 14 barricas más de grasa. Siguiendo el trayecto que conducía hacia el Valle del Deba, se nos informa de que sacaron de esas tinajas de Orio 15 barricas de grasa, y las llevaron en una pinaza a Deba, para finalmente hacerlas llegar a manos de un mercader de Elgoibar, Domingo de Hurreizti, comerciante del que se dice mercadeaba con grasas”.