El cambio

Toda salida airosa de una crisis pasa por cambiar. No pasa por intentar poner parches a una situación que ante la crisis se muestra débil. La clave no está en otorgar subvenciones por doquier, sino en preparar -y dar el suficiente apoyo para ello- a la sociedad para un escenario próximo en que deberemos tratar de ser protagonistas. Y en ese período hemos de detectar con urgencia los errores cometidos previo a la crisis, y buscar las oportunidades que ésta nos depara.

Al igual que las situaciones financieras o las empresas, los colectivos de personas y los indivíduos mismos también sufrimos crisis de las que debemos aprender a salir más fuertes. Nuestros proyectos de vida también sufren crisis, no siempre para mal; muchos aprenden a ser mejores tras un divorcio. Y no se quedan atrás los proyectos profesionales... perder un trabajo puede llevarnos a buscar uno mejor.

Cuando fracasa un proyecto, conviene estudiar las causas que nos han llevado a tal fracaso. La infidelidad, el desconocimiento de unas normas o el no saber dar lo que esperan de nosotros son compañeras habituales de las fases críticas de un proyecto. Así ha sido en el caso de Errebal, en que nadie imagina hasta qué nivel de subsuelo puede caer este proyecto. A quienes confían en su construcción, recuerden que nadie apostó por el hundimiento del Titanic. No estaría de más, por tanto, que responsables municipales, comerciantes y vecinos acordaran un proyecto conjunto que haga de Errebal un polo comercial capaz de convivir con las necesidades que el pueblo de Eibar demanda para los próximos años. El cambio es posible y quienes calientan los asientos del Gobierno Municipal deberían ser los primeros en detectarlo.