Por la Biblioteca Nacional Vasca
Egileak: Joana Albret Bibliotekonomia Mintegia
L@s abajo firmantes, bibliotecari@s y miembros de "Joana Albret Biblitekonomia Mintegia" consideramos que este es un momento oportuno para dar a conocer a nuestra sociedad la necesidad urgente de creación de una estructura bibliotecaria digna para el conjunto de Euskal Herria. Hasta ahora, tanto en la Comunidad Autónoma Navarra como en la Comunidad Autónoma Vasca o en lo que convencionalmente conocemos como Iparralde, los poderes institucionales no han desarrollado los marcos legales adecuados para garantizar una política bibliotecaria merecedora de tal nombre en cada uno de sus territorios.
A pesar de que hace más de 15 años que las competencias estatales han pasado a las Comunidades Autónomas, ninguna de las dos Comunidades de Hego Euskal Herria cuenta con una legislación bibliotecaria, lo que contrasta visiblemente con la mayoría del resto de las Comunidades Autónomas del Estado español: (Cataluña, 1981 y 1993, Andalucía 1983, Aragón 1986, Castilla La Mancha 1989, Madrid 1989, Castilla y León 1990, Galicia 1990, La Rioja 1990, Murcia 1991, Extremadura 1997).
¿A qué puede deberse que no exista una ley de bibliotecas? Euskal Herria durante el franquismo fue pionera en la elaboración de su bibliografía nacional. Jon Bilbao, exiliado después de la guerra civil española, llevó a cabo desde Estados Unidos una tarea encomiable: la recopilación de la mayor parte de nuestra bibliografía.
En contra de lo que podría pensarse, el haber contado con una valiosa tradición en este campo ha retrasado la elaboración de un proyecto político nuevo e íntegro, ya que las Instituciones políticas han seguido contando con la colaboración de Eusko Bibliographia de una manera más o menos oficial hasta 1995, fecha en la que cesó su actividad. Y así, al estar solucionada más mal que bien la tarea más llamativa y prestigiosa de todo sistema bibliotecario, no se ha hecho manifiesta la falta de otras tareas más importantes, entre las que cabe destacar una legislación sobre bibliotecas.
Si a esto añadimos la excepcionalidad de nuestro marco político, en el que coexisten tres administraciones políticas diferentes (Comunidad Autónoma del País Vasco, Comunidad Foral Navarra e Iparralde) y la lectura que se hizo de la ley de Territorios Históricos de 1983, por la cual varias competencias de bibliotecas de la Comunidad Autónoma vasca que correspondían al Gobierno Vasco se atribuyeron a las Diputaciones Forales, se puede entender algo mejor la dejación de las Instituciones y el poco interés político en crear un organismo oficial que tuviese la capacidad de reunir la bibliografía de todo el país, y fuese el núcleo y cabecera del sistema bibliotecario.
Tampoco quisiéramos eludir la parte de culpa que nos concierne a l@s bibliotecari@s, ya que, la ausencia de crítica y concienciación entre l@s profesionales que trabajamos en las bibliotecas y centros de documentación ha sido la pauta general y no hemos sabido explicar a la sociedad y a la clase política la verdadera importancia que un buen sistema bibliotecario tiene en el mantenimiento de la cultura de un pueblo.
La necesidad de una Biblioteca Nacional como institución bibliotecaria superior que asuma la presidencia del sistema de bibliotecas es recomendada por los organismos internacionales competentes (Unesco, Ifla, etc.)
Urge crear ya la Biblioteca Nacional Vasca o, lo que es lo mismo dicho de otro modo, la Biblioteca de Euskal Herria. El haber esperado tantos años a ponerla en marcha puede traernos una única ventaja y es que ahora podemos reflexionar y actuar siguiendo pautas económicas, culturales y no sólo políticas. Atendiendo a los criterios políticos que rigen hoy día la política bibliotecaria el caos está asegurado, ya que cada territorio debería duplicar sus fondos y nunca tendría la certeza de haber reunido, conservado y difundido la información completa de lo editado en el País.
Cada comunidad controla su Depósito Legal, y por tanto, cada territorio se encarga de reunir y conservar tan sólo lo que se imprime en su administración, sin tener en cuenta autores, idioma, editoriales ni temática.
Somos un país pequeño, con unos lazos históricos y culturales comunes, que no terminan de encajar con los criterios políticos y administrativos que rigen hoy las relaciones entre los diferentes territorios históricos que lo conforman. No es infrecuente que un mismo autor publique indistintamente en las editoriales de Navarra, Iparralde o la Comunidad Autónoma Vasca, y que estas editoriales trabajen con imprentas ubicadas en cualquiera de los tres territorios. Las investigaciones, la literatura científica, técnica y aún más la humanística, nunca han tenido fronteras ni límites entre ellos.
Además del francés y castellano, utilizamos un idioma propio y común, el euskera. La triste realidad es que en ninguno de los territorios en lo que al mundo bibliotecario se refiere, se le ha dado el trato que merece. L@s usuari@s no tienen posibilidad de realizar sus consultas en euskara, l@s bibliotecari@s y documentalistas no podemos realizar los trabajos más importantes en dicha lengua, ya que no contamos con los instrumentos técnicos imprescindibles. La preparación de estos instrumentos y la puesta en marcha de la catalogación en euskara es una tarea tan imprescindible como imperiosa. El aspecto económico también debe tenerse en cuenta, el interés en este punto también es común. Siempre será mucho más fácil llevar a cabo un proyecto de esta envergadura entre todos l@s ciudadan@s de lengua euskérica, más aún cuando los beneficios serán igualmente comunes y nos encontramos en los comienzos, quedando todo por hacer.
No sólo a la comunidad internacional le resultaría difícil hacer un seguimiento de nuestros autores, literatura, ó producción editorial, sino también a nosotros mismos, a l@s usuari@s de Euskal Herria se nos haría difícil conocer con exactitud la ubicación de las publicaciones. Más aún con el paso del tiempo. ¿Dónde iríamos a informarnos sobre un libro de un autor navarro publicado por una editorial de la Comunidad Autónoma Vasca en una imprenta de Iparralde?
En definitiva, l@s verdader@s perdedor@s serían la cultura vasca y l@s posibles usuari@s, entre ellos los internacionales, ya que no estaríamos en condiciones de dar a conocer la cultura vasca en su integridad.
Por ello proponemos la creación de un organismo autónomo para todo el país: la Biblioteca Nacional Vasca, la Biblioteca de Euskal Herria. La ubicación de su sede no debe ser un problema insoluble, sobre todo cuando ni siquiera existe el proyecto, pero pensamos que un buen lugar sería Iruñea. Por supuesto, se trataría de una biblioteca nueva, distinta de las existentes hasta el momento. Su creación, gestión y financiación correría a cargo de un órgano común de cooperación entre las tres comunidades políticas vascas actualmente existentes (Comunidad Autónoma Vasca, Comunidad Foral Navarra, Departamento de los Pirineos Atlánticos en tanto que no se constituya un Departamento del País Vasco en el Estado Francés). Como es normal, el territorio histórico que acogiera la sede del proyecto haría la principal aportación económica.
La creación de una institución de este tipo, en principio, no debería crear ningún problema político de fondo a nadie que no esté obsesionado con borrar del mapa cualquier rastro de progreso en la cultura vasca. Tanto l@s nacionalistas vasc@s como l@s no nacionalistas dotad@s de una mínima sensibilidad cultural vasquista podrían ponerse de acuerdo sin grandes problemas. Hay que subrayar que ningún ordenamiento legal actualmente vigente en los estados español o francés prohiben la creación de esta índole de instituciones culturales. De hecho, ahí tenemos el ejemplo de instituciones como Eusko Ikaskuntza o Euskaltzaindia, creadas por las cuatro diputaciones vascas a principios de siglo: nadie que no esté aquejado de una inconfesable nostalgia neofranquista pondrá en duda tanto su utilidad cultural como su estricto respeto de la legalidad vigente.
Entre las diferentes iniciativas y proyectos de trabajo que se vislumbran en este momento de esperanza para nuestro país, creemos que la consecución de nuestra biblioteca nacional bien se merece un esfuerzo; sin duda, afecta de lleno a la normalización de Euskal Herria como comunidad histórico-cultural y, por tanto, a lo que para nosotros constituye un derecho irrenunciable: el de la preservación de nuestra propia identidad.
Gerardo Luzuriaga, Pruden Gartzia, Agurtzane Juanena y ocho fírmas más, bibliotecarios de varias instituciones de Euskal Herria