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El camino hacia la biblioteca digital

Teresa Agirreazaldegi 2003/12/12 10:00

Egilea: Teresa AGIRREAZALDEGI

La biblioteca

La biblioteca probablemente sea uno de los equipamientos culturales y educativos más antiguos y extendidos que existen. Sin embargo, no es algo único; hay bibliotecas de diversos tipos: bibliotecas nacionales, bibliotecas públicas, universitarias, escolares, de entidades concretas y bibliotecas y servicios de documentación especializados.

Las bibliotecas y los servicios de documentación se cimentan sobre estos dos pilares: las colecciones y los servicios. Es decir, por un lado, la riqueza e idoneidad de sus fondos; y por otro, su capacidad de adaptación a las necesidades de los usuarios. El eje central del servicio bibliotecario lo constituye el catálogo, esto es, la colección de fichas que recogen la descripción, clasificación e indización de cada libro, constituyendo la clave fundamental para poder encontrarlo. Establecer una normativa en esta actividad ha sido, sin duda, una de las principales preocupaciones y también uno de los logros de los organismos bibliotecarios del siglo XX. Una vez conseguida la normalización en la descripción, el siguiente paso ha sido la informatización de los catálogos. Las redes y, sobre todo, Internet ofrecen la posibilidad de consultar tales catálogos a distancia. La revolución digital

En la actualidad, las bibliotecas albergan no sólo libros, diarios y revistas, sino también informes, discos, CD-ROMs, vídeos, disquetes y otra serie de materiales. El mayor de los cambios, sin embargo, se está produciendo en el campo de la digitalización del conocimiento. Poco a poco se está descomponiendo esa idea de unión inseparable entre información y soporte; y su correspondencia con una localización física concreta. Este proceso se puede ver claramente en los servicios de documentación de los periódicos, donde toda la información disponible, así como la mayoría de la que les llega desde el exterior, es recogida, seleccionada, analizada, almacenada, reutilizada y distribuida en formato digital. Los servicios de documentación de las radios y televisiones están siguiendo el mismo camino.

El tema de las bibliotecas digitales ha acaparado la atención y la implicación de los profesionales, como bien demuestra la sede web de la prestigiosa federación IFLA (International Federation of Library Associations and Institutions) . Ha sido, asimismo, el objeto de estudio de numerosos cursos y congresos (el más reciente, las IV Jornadas sobre Bibliotecas Digitales, celebradas en Alicante el mes de noviembre ). También ha despertado el interés de la propia sociedad; basta con echar una mirada a la cantidad de recursos y subcategorías de las que consta el concepto de Digital Libraries de los conocidos directorios de Internet Yahoo u Open Directory Project.

Son muchas las nuevas bibliotecas formadas por colecciones de documentos digitales, y que carecen de estructura física; también es elevado el número de guías y directorios de documentos y sedes web, de carácter general o especializado, disponibles en Internet. Las bibliotecas tradicionales, por su parte, digitalizan sus patrimonios históricos y los ponen en la red para, de esta forma, contribuir a su conservación y divulgación. Asimismo están en proceso de digitalización obras literarias conocidas y que carecen de copyright, de las que podemos encontrar en Internet hermosas colecciones (por ejemplo, Gallica; Athena; Biblioteca virtual Miguel de Cervantes; e Internet Public Library: Books).

Detrás de muchos de estos grandes proyectos se encuentran bibliotecas nacionales y universidades. En lo que se refiere a la enseñanza superior, la digitalización comenzó por la forma de consulta de las revistas científicas. De la mano de las grandes empresas editoras y distribuidoras, muchas revistas y bases de datos son accesibles a través de las Intranets universitarias o de Internet, ofreciendo, miles y miles de documentos en texto íntegro. El excesivo coste de tales suscripciones, sin embargo, ha reavivado la polémica. En diferentes foros se hace un llamamiento para que los resultados de las investigaciones sean difundidos a través de medios de libre acceso (open access).

Como se puede observar por lo anteriormente expuesto, Internet es esencialmente contenidos. Y los bibliotecarios y documentalistas, junto con otra serie de profesionales, son gestores de esa industria de contenidos. En estas circunstancias, las bibliotecas se están encaminando hacia un modelo híbrido, que gravita sobre un catálogo informatizado, integrado, a su vez, en catálogos colectivos que, por medio de protocolos como el Z39.50, nos conducirán hacia una biblioteca sin paredes. El catálogo proporcionará acceso a referencias y textos completos de ciertos documentos, incluyendo fondos propios. A los bibliotecarios les corresponderá organizar y catalogar tales medios, y facilitar el acceso al mundo físico y virtual.

La situación en Euskal Herria

A decir verdad, estamos muy atrasados en este tema. No se ha puesto en marcha ninguna política bibliotecaria. Y la situación actual se caracteriza por la dispersión, la falta de planificación, las dificultades en lo que respecta a la formación y la escasez de medios.

En primer lugar, tenemos la imperiosa necesidad de disponer de un catálogo colectivo de incuestionable calidad y en las lenguas oficiales de nuestro país que reúna el patrimonio de las bibliotecas de Euskal Herria. En lo que respecta al plurilingüismo, deberíamos aprovechar las experiencias de las bibliotecas Azkue, Habe, Koldo Mitxelena o Mondragon Unibertsitatea, y aprender del buen hacer de otras bibliotecas internacionales, como por ejemplo la Bibliotheque Royal de Belgica.

Otra necesidad apremiante es la elaboración de la bibliografía nacional de Euskal Herria; una bibliografía que recopile cuanto se publica en Euskal Herria y sobre ella. Desde esta perspectiva el registro del depósito legal resulta insuficiente, y habría que avanzar en la dirección marcada por Joan Mari Torrealdai y Jon Bilbao. Hay que recopilar y difundir las bases para la investigación y los resultados de la misma. Consideramos, además, que también nuestras instituciones públicas debieran involucrarse en la iniciativa de libre acceso (open access).

Necesitamos colecciones hemerográficas formadas desde la óptica de Euskal Herria, así como proyectos destinados a asegurar su explotación y conservación (único modo de minimizar catástrofes como la que ha sufrido recientemente la revista Herria). Urge definir las políticas de digitalización de fondos de las bibliotecas, de modo que se garantice la conservación y divulgación del patrimonio. Sin olvidar que, hoy en día, buena parte de la información discurre exclusivamente por los cauces de Internet, de modo que convendría recurrir, antes de que fuera demasiado tarde, a los conocimientos de la archivística para almacenar todo ese conjunto de información correctamente.

Señalemos también, que va siendo hora de considerar a las bibliotecas públicas como infraestructuras de primer orden para la promoción de la cultura, la educación y el ocio. Cabe exigirles que ofrezcan un servicio bilingüe, que alberguen ricas colecciones locales y que se comprometan con los diferentes sectores sociales. Y para conseguirlo, se les debe asegurar una suficiente dotación de medios económicos y técnicos, así como formación para sus trabajadores.

Mas todo ello nunca llegará a suceder si cada entidad y biblioteca sigue actuando por su propia cuenta. Es primordial crear entre las bibliotecas una o varias redes sólidas, por encima de las cuales se sitúe una entidad autónoma y consolidada, que marque las pautas estratégicas, políticas y técnicas a seguir, y que cuente con suficientes recursos y aceptación social. Algunos le llamamos a esto Biblioteca Nacional.

Otro factor de máxima relevancia a tener en cuenta para poner fin a la situación actual es la educación. En Euskal Herria no hay estudios universitarios de biblioteconomía, documentación y archivística, por lo que la juventud que desea recibir una formación en dichos campos se ve obligada a salir fuera. Pero es que, además, las sinergias y la investigación que producen los estudios universitarios son absolutamente necesarias para asegurar la sólida y continua formación que requieren, de los profesionales, las nuevas tecnologías. Basta con echar un vistazo a Cataluña para percatarse de la importancia que este aspecto reviste.

Teresa Agirreazaldegi Miembro del Seminario de Biblioteconomía Joana-Albret y profesora de la UPV/EHU

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