Españoles expertos en lo vasco
España es impresionante. ¿Se imaginan a un hispanista inglés que no sepa castellano? Pues España da mogollón de vascólogos que no solo desconocen el vascuence, sino que, además, cuando los datos científicos no se corresponden con sus belicosas teorías, los hacen desaparecer. Disfrazar de voluntad de saber un implacable encarnizamiento uniformizador es una costumbre española que viene de antiguo.
Y establecer, como hace Almagro, una serie causal entre el tubalismo, el inventivo Larramendi (que guarda tantos tesoros aún por descubrir, y que acertó con la actitud adecuada para hacer frente a la marabunta zoquete), Sabino Arana y los arqueólogos y lingüistas que creen que el euskara se hablaba aquí hace dos mil años o más es igual de discutible que establecer una continuidad por determinismo familiar entre el empeño de Almagro en diluir la diferencia vasca tergiversando la historia y el de su padre en hacer desaparecer a los vascos malos matándolos.
El padre de Almagro participó voluntariamente con los falangistas en la toma de San Sebastián. Ernesto Giménez Caballero, introductor del fascismo en España, menudo elemento, escribió que Almagro y su grupo le resultaban muy extremistas y que se estaban nazificando.
No creo que haya un solo independentista vasco que se base en la arqueología para argumentar a favor de su proyecto político. Nadie se hace separatista por creer que aquí se hablaba euskara hace cinco mil años o en Atapuerca decían ur, sur, hur, lur (lo cual, como diría Larramendi, es más que probable). Influye más la estúpida agresividad imperialista de ahora mismo.
En cambio, los dependentistas, aunque disponen del noventa y cinco por cien de los resortes del poder, se obligan ellos mismos, empujados por la heterofagia, a hacer la vista gorda ante los descubrimientos en Soria de Eduardo Alfaro, o ante los relacionados con la historia genética europea, por ejemplo los del reconocido genetista de la universidad de Oxford Stephen Oppenheimer, o los de Cavalli-Sforza, gran experto en genética de poblaciones.
A veces, la simple mención de tales noticias hace que se sulfuren. De hecho, esos ruidosos enfados son la principal vía de acceso de las novedades arqueológicas y lingüísticas a oídos independentistas, que no les dan ni la décima parte de importancia que los dependentistas y en general los toman como referencias más o menos interesantes, que tienen el mérito de haber sido aceptadas por gran parte de la comunidad científica internacional. No pasa nada, no se utilizan como catalizadores de ninguna aspiración política, como mucho se comentan en el bar.
De modo que no mereció la pena el tremendo esfuerzo del académico de la lengua española Gregorio Salvador (partidario de hacer desaparecer las lenguas minoritarias, entre las que incluía el catalán), que, para destruir la hipótesis del substrato vasco como explicación de la caída de la f inicial latina en su paso al castellano (fumu>humo), hipótesis aceptada mayoritariamente en la comunidad de estudiosos, pero que le daba al euskara un protagonismo insoportable, declaró que "los castellanohablantes primitivos perdieron la dentadura por la ausencia de flúor en las aguas de Castilla". Incluso después de que la hilaridad de los lingüistas serios transcendiera al pueblo llano, Salvador se obstinó en comparar el contenido de flúor en las aguas castellanas y las aragonesas, pues los aragoneses primitivos no perdieron la f inicial ("Dispierta, ferro!"), sin encontrar diferencias significativas. Q.E.D. Ahora bien, como habría señalado Larramendi, los aragoneses son tan potentes que seguramente hasta desdentados habrían podido seguir pronunciando la f inicial.
Jon Juaristi lo vio claramente: "nuestros padres mintieron: eso es todo". Pero nada dijo de nuestras madres, lo cual es mucho, teniendo en cuenta lo que se repite de ellas en las redes sociales.
Posiblemente la tentación manipuladora de los estudiosos de cualquier filiación perdería fuerza si los poderes españoles se relajaran, si pusieran a trabajar en asuntos útiles a los miles de policías dedicados a insultar en twitter y a la guerra psicológica (últimamente trabajan en conseguir que el euskara sea visto como una lengua burguesa), y si aceptaran con tranquilidad cualquier resultado de un referéndum de autodeterminación.
(Una aproximación más objetiva a temas parecidos a los tratados por Almagro, en esta conferencia de Mikel Ardanaz Atxa.)